Logos Multilingual Portal

28 - Análisis del texto que se va a traducir (tercera parte)

ÍndiceAnteriorSiguiente


"¿Ha llegado en este momento o ha oído
la lectura desde el principio?" 1.

Existe otro elemento fundamental en el análisis traductológico de un texto: es lo que en teoría de la comunicación se denomina "canal" del mensaje, el medio por el que se expresa. Lo que nos interesa, claro está, no es el aspecto técnico, sino el impacto que tiene el medio de comunicación en la percepción del mensaje, en la cantidad de información que se transmite y en las posibilidades de interactividad del medio.
  La primera distinción fundamental se establece entre el texto escrito y el hablado. El equilibrio entre redundancia y repetición se obtiene, según dijimos, teniendo en cuenta los elementos que, aunque no estén contenidos en el mensaje, lo están en el contexto implícito y pueden, por lo tanto, considerarse explícitos. En la comunicación oral directa, que se produce cuando el destinatario está presente y no, por ejemplo, por teléfono o radio, los elementos que pueden sobreentenderse también incluyen todo el contexto geográfico del lugar en el que sucede la comunicación.
  La geografía del contexto de la comunicación directa es un tanto simple porque implica, mediante la deíctica, que se comparte el conocimiento del contexto con el interlocutor. La deixis se forma mayormente con expresiones de tiempo y lugar que no indican las coordenadas cronotópicas absolutas (por ejemplo, "el 29 de septiembre de 2002 en Madrid"), pero las declaran en términos relativos ("Ayer aquí", "Antes de que alguien viniera", "Esta vez lo logré").
  En el primer caso (coordenadas absolutas) cualquiera puede reconocer el tiempo y el lugar que se expresa explícitamente en términos convencionales. En el segundo (coordenadas relativas, expresiones deícticas), quien no esté al tanto del tiempo y el lugar del enunciado, así como de los demás datos (en el último ejemplo es necesario saber qué otra vez se implica y qué fue lo que logró el hablante), no podrá reconstruir el hecho a partir del enunciado.
  "Deixis", que procede del griego antiguo deíknymi, "yo muestro, yo señalo", significa "indicación", y puede, de hecho, compararse a los gestos que a veces acompañan a los enunciados. En algunas lenguas existen gestos realizados con la mano que indican, por ejemplo, "ven aquí" o "vete". Las palabras deícticas son expresiones que siempre se dan por entendidas donde/cuando se produce la comunicación. Si el lugar donde se encuentra el emisor no coincide con el del destinatario, la deixis también implica que se es consciente de los dos lugares distintos (por ejemplo: "Estaré allí dentro de una hora").
  Los lectores recordarán lo que se dijo respecto a la dialéctica mundo propio/mundo ajeno investigada especialmente por Yurij Lotman. En estos términos, la deixis es un tipo de comunicación dentro del mundo propio en la que se da por sentado que el interlocutor pertenece a ese mismo mundo y no se tiene en cuenta la existencia de mundos ajenos. En este sentido, se trata de una comunicación simple o, si se prefiere, local o provinciana.
  Otro elemento presente en la comunicación "directa", además de la deixis, son los rasgos suprasegmentales. Con este término muy técnico y casi incomprensible se definen los rasgos comunicativos que quedan fuera de las palabras transcribibles, que incluyen el tono, la entonación, el acento, la inflexión, el timbre vocal, la intensidad (aspectos todos que son fundamentales para comprender la poética de una obra y de los que se nos priva cuando asistimos a la proyección de una película doblada) y la duración, es decir, también las pausas.
  Pensemos, por ejemplo, en la diferencia de la exclamación "¡Qué bien!" si se sitúa en el contexto de la escena de una película recién rodada, como pronunciada por el director, o en el contexto de una lucha, como respuesta a un comentario del interlocutor que se considera absurdo. La simple trascripción realizada fuera de contexto no transmite la diferencia.
  Sin embargo, no debemos creer que basta con distinguir entre lo escrito y lo oral. Hay textos orales que nacen para ser escritos, como los dictados2, y lo que es más interesante para los traductores, textos que nacen escritos, como es el caso de los diálogos que aparecen en una obra literaria.
  En estos últimos casos, cabe realizar una distinción ulterior respecto al carácter implícito o explícito de la presencia de la expresión oral en el discurso escrito. En los casos más explícitos, el texto oral puede demarcarse mediante comillas u otros dispositivos gráficos que lo aíslen del texto escrito o narrativo que lo circunda. También puede suceder que el registro oral acceda a la narración sin solución de continuidad, con lo que la presencia de la comunicación oral sólo puede percibirse mediante el análisis del estilo y, con frecuencia, gracias a la existencia de palabras deícticas.
  Según Nord, la información que debe obtener el traductor acerca del vehículo del texto que va a traducir es, fundamentalmente, de que tipo de medio se trata: folleto, manual, volante, enciclopedia, libro o periódico. Es importante establecer, dentro de estas distinciones genéricas, otras más sutiles, por ejemplo, entre diario y publicación mensual, entre periódico especializado y divulgativo, etc.
  También son fundamentales las dimensiones del medio en cuanto a la cantidad de lectores a que se dirige. Tomando un mismo tipo de medio, el que tenga más o menos lectores influye sobre la heterogeneidad de los lectores a que se dirige. Naturalmente, estos datos no deben considerarse en términos absolutos, sino en relación con el número total de lectores de un idioma determinado. Por ejemplo, un diario en inglés tiene un público potencial mucho más amplio que uno en estonio, por lo que un volumen de venta de 500.000 ejemplares, que sería sorprendente para los lectores estonios, sería mucho menos relevante para los lectores en inglés.
  Si el número de lectores posibles es el mismo, un texto reproducido en un millón de ejemplares, comparado con otro reproducido en diez mil, se dirigirá a un público mucho más heterogéneo, es decir, tendrá que ser menos especializado, más divulgativo, menos local y menos específico. Si hablamos de libros, la edición de bolsillo de un clásico que se expende en la librería de un supermercado puede llegar a muchos más lectores que una edición numerada de la misma obra con cantos dorados y encuadernación de lujo, o que la edición de un libro poco conocido y correspondiente a una cultura de escasa difusión en la cultura receptora.
  El conocimiento del medio no siempre permite reconstruir la intención comunicativa, pero el medio elegido suele ser un buen indicador. Es posible que un periódico serio de amplia difusión publique un artículo cómico o escandaloso, en contraste con el tono austero que el lector espera de dicha publicación, pero en este caso, sólo por la anomalía del hecho, dicho artículo destacará sobremanera. Al clasificar un medio, es indispensable establecer si sus rasgos son específicos de una cultura, de un grupo determinado de culturas, o universales. Sin duda, esto influirá en la traducción de sus textos a otra cultura, en la que es posible que un medio desempeñe un papel totalmente distinto.
  Dado que en la práctica de la traducción se ha de trabajar con fotocopias, extractos, mensajes electrónicos, archivos informáticos y otras formas de transmisión incompleta del texto, o más bien, la transmisión de textos completos sin su contexto gráfico -como portada, ilustraciones, otros textos adyacentes, etc.-, es esencial que el traductor intente obtener de la fuente todos los componentes omitidos, con el fin de reconstruir del mejor modo posible las características del medio de comunicación del que procede el texto.

  

BIBLIOGRAFÍA

CALVINO I. Si una noche de invierno un viajero, Traducido por Esther Benítez, Madrid, Ediciones Siruela, 1999, ISBN 84-784-453-X.

NORD C. Text Analysis in Translation. Theory, Methodology, and Didactic Application of a Model for Translation-Oriented Text Analysis, traducción del alemán de C. Nord y P. Sparrow, Amsterdam, Rodopi, 1991, ISBN 90-5183-311-3.


1 Calvino 1998, p. 86.
2 Nord 1991, p. 57.





ÍndiceAnteriorSiguiente