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20 - Equivalencia (tercera parte)

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«[...] las palabras que nos sustituyen y a veces alguien recuerda o transmite, no siempre confesando su procedencia1».

"[...] the words that replace us and that someone occasionally remembers or passes on, not always confessing to their provenance [...]"
2.

En las dos unidades anteriores hemos visto algunas de las acepciones o aplicaciones del concepto de "equivalencia" en la semiótica de Peirce. Obtuvimos así un concepto muy provisional y relativo. Sin embargo, en lo que respecta a la traducción, el principal estudioso que se ha dedicado históricamente al asunto de la equivalencia es J. C. Catford, que en 1965 publicó el clásico A linguistic theory of translation. An essay in applied linguistics, que durante mucho tiempo fue la obra de referencia de otros investigadores. En ese texto se identifica a la traductología (que, como puede verse en la cita siguiente, aún no tenía ese nombre) como una subdivisión de la lingüística comparativa:

La teoría de la traducción se ocupa de un determinado tipo de relación entre las lenguas y es, por lo tanto, una rama de la Lingüística comparativa3.

 

El aspecto de la traducción que ahora llamamos "cronotrópico" queda destruido de raíz, ya que las coordenadas espacio-temporales se eliminan a priori del ámbito de la investigación:

Desde el punto de vista de la teoría de la traducción, la distinción entre lo sincrónico y lo diacrónico carece de importancia. Es posible establecer equivalencias traductivas, y realizar la traducción, entre cualquier pareja de idiomas o dialectos, tanto si pertenecen a la misma familia lingüística como si no, y con cualquier tipo de relación espacial, temporal, social o de otro tipo entre ellas4.

 

El concepto de "equivalencia" es fundamental para la traducción, porque forma parte de su propia definición:

La traducción puede definirse de la manera siguiente: es la sustitución de material textual en un idioma (de origen) por material textual equivalente en otro idioma (de destino)5.

 

En mi opinión, el mayor problema de toda la teoría de Catford es que toma el concepto de equivalencia como apoyo para cualquier otro. Quienes siguen este curso se habrán encontrado vez tras vez con el concepto de "traducción total" como parte de la teoría de Peeter Torop, pero hasta ahora no he mencionado la prehistoria de la locución "traducción total", que es el elemento central en este ensayo de Catford y que precede a Torop en treinta años. Aquí el concepto de "traducción total" se contrapone al de la traducción limitada (restricted translation), que es la sustitución del material textual del idioma de origen por el de destino a un solo nivel, es decir, al grafológico o fonológico. En cambio, la definición de la traducción total es:

la sustitución de la gramática y el léxico del idioma de origen por la gramática y el léxico equivalentes del idioma de destino, con la consiguiente sustitución de la fonología/grafología del idioma de origen por la (no equivalente) fonología/grafología del idioma de destino6.

 

El concepto reciente de la "traducción total", como es evidente, no acepta gran cosa de la definición de Catford. Mayormente, acoge el concepto de "totalidad", aunque aplicado a componentes textuales completamente distintos según la óptica semiótica.
  El objetivo de la traducción total de Catford es el hallazgo de "equivalentes textuales" y su sustitución. Ésta es la definición que se ofrece:

El equivalente textual es cualquier texto o porción de texto del idioma de destino que en una ocasión determinada, mediante los métodos descritos a continuación, se considera equivalente de un texto o porción de texto del idioma de origen7.

 

Una cosa es equivalente de otra, también en esta teoría, sólo en una ocasión específica, es decir, se trata de una equivalencia fortuita, no absoluta. Esta característica socava el concepto de equivalencia como paridad (matemática) de valores. Tal vez no valga la pena dedicar más energía que el propio Catford al debate sobre el término "equivalente". Él parte de un término absoluto y poco a poco lo vacía de todas sus características hasta dejar sólo el cascarón. Llegamos al punto en que es muy difícil decidir qué es un equivalente, por lo tanto, él propone proceder a la traducción para ver qué sucede. Entonces, se define el equivalente como algo que cambia cuando lo hace el prototexto:

El equivalente textual traductivo es, pues: "la porción de un texto del idioma de destino que cambia cuando, y sólo en tal caso, lo hace una porción de texto del idioma de origen8.

 

Sin embargo, esta estrategia empírica no es del todo acertada, porque existe el problema de la falta de correspondencia de las categorías gramaticales entre los distintos idiomas, en este caso ruso, francés e inglés. Si se comparan las frases en dichos idiomas:

My father was a doctor
Mon père était   docteur
u menja Otec byl   doktor

salta a la vista que, al margen de cómo se quiera definir "equivalente", el inglés "a" no tiene equivalentes en los otros dos idiomas. Catford admite el problema pero no desiste, sino que desplaza la argumentación a otro nivel:

En el texto ruso, como se ve, no hay traducción equivalente del artículo indeterminado inglés. Por lo tanto, decimos que el equivalente ruso de a en este texto es nulo. La equivalencia, en este ejemplo, sólo puede establecerse en un rango más alto, es decir, de grupo9.

 

En el plano científico, esto debería conducir a la creación de un modelo distinto, que no se base en la palabra como unidad traductiva mínima, sino en fragmentos de texto mayores. Lamentablemente, no es el caso. El caso de "a doctor" queda sin resolverse.
  Otro problema al que se enfrenta la teoría de la equivalencia es el del campo semántico de la palabra. No existen dos campos semánticos iguales, no sólo entre dos idiomas comparados, sino tan siquiera dentro de un mismo idioma. Catford lo sabe, y en consecuencia afirma:

Las voces que aparecen con frecuencia en el idioma de origen suelen tener más de un equivalente en el idioma de destino en el transcurso de un texto largo10.

 

Es mejor pasar por alto la contradicción contenida en la frase "más de un equivalente". Aquí Catford revela implícitamente que lo que anima su teoría es la posibilidad de crear máquinas de traducción. Catford no se está ocupando de la traducción, sino de la traducción automática, aunque nunca lo reconozca abiertamente. Sin embargo, los abundantes indicios que aparecen en su texto lo dejan bien a las claras. Frente al problema de la polisemia y de la diferencia de los campos semánticos, Catford reacciona con estadísticas, cuya utilidad no se molesta en explicar:

al dividir el número de casos de cada equivalente entre el número total de casos del elemento en el idioma de origen, obtenemos la probabilidad-equivalencia de cada equivalencia en particular11.

 

La posesión de este dato valioso, la probabilidad-equivalencia, nos otorga el conocimiento de algo sumamente importante: que cuando en una traducción tropezamos con la palabra X, en el 60% de los casos la traducimos por la palabra Y. Eso sí, siempre que el tipo de texto no varíe. Siempre que el tema no varíe. Siempre que el autor no varíe. Siempre que el tiempo histórico no varíe. Siempre que el registro no varíe. Siempre que la colocación no varíe.
  ¿Logrará nuestro héroe culminar su hazaña? Lo veremos en la próxima unidad.

  

BIBLIOGRAFÍA

CATFORD J. C. A Linguistic Theory of Translation, Oxford, Oxford University Press, 1965. ISBN 0-19-437018-6

MARÍAS J. Negra espalda del tiempo, Punto de lectura, 2000 (edición original de 1998), ISBN 84-663-0007-7.

MARÍAS J. Dark Back of Time, New York, New Directions, 2001 (traducción de Esther Allen), ISBN 0-8112-1466-4.


1 Marías 2000, p. 13.
2 Marías 2001, p. 10.
3 Catford 1965, p. 20.
4 Catford 1965, p. 20.
5 Catford 1965, p. 20.
6 Catford 1965, p. 22.
7 Catford 1965, p. 27.
8 Catford 1965, p. 28.
9 Catford 1965, p. 29.
10 Catford 1965, p. 30.
11 Catford 1965, p. 30.





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