Cuando una persona lee, su cerebro realiza tantas tareas y en tan rápida sucesión que todo parece acontecer de
modo simultáneo. El ojo examina (de izquierda a derecha en muchos idiomas occidentales, pero también de derecha a
izquierda o de arriba abajo) una cadena de signos gráficos (grafemas) que dota de vida a las sílabas, las palabras,
las frases, los párrafos, las secciones, los capítulos y los textos.
En la primera fase, cuando una persona lee la primera letra, establece una comparación inmediata con un conjunto de
ellas (en el caso del español, el alfabeto latino) para reconocerla y, a continuación, pasa a descifrar el grafema
siguiente. Todo esto sucede sin que el lector sea consciente del proceso.
Sucede lo mismo en la escucha, en que los sonidos se transforman primero en fonemas (unidades fonológicas mínimas
que carecen de significado propio pero que forman parte de la significación), a continuación en sílabas y así
sucesivamente hasta que se descifra un mensaje coherente. A diferencia de la lectura, en la que las palabras
están separadas por una distancia gráfica (un espacio no escrito), en la escucha es necesario distinguir cuándo
acaba una palabra y cuándo comienza la siguiente, puesto que al hablar no siempre se separan las palabras con
pausas de silencio nítidas.
Una vez que el lector termina la descodificación de la primera palabra, reconstruye mentalmente su pronunciación,
que no es siempre la simple suma de sonidos de todos los grafemas sucesivos (por ejemplo, la letra "g" en "gigante").
Es por tanto necesario evaluar las opciones y descartar las que no correspondan. A la inversa, muchas veces quien
escucha reconstruye mentalmente la manera en la que está escrita una palabra, que no siempre corresponde de manera
directa con su pronunciación.
En este punto el lector y el oyente han descodificado la forma visual y auditiva de la primera palabra. Ésta se
contrasta con el repertorio de formas visuales o auditivas presentes en el cerebro hasta localizar una o más
correspondencias (cuando existe más de una correspondencia de sonido, el fenómeno se denomina "homofonía", si
hay más de una correspondencia gráfica, se le llama "homografía"; también es necesario tener en consideración las
correspondencias imperfectas, aunque posibles, debidas a errores de pronunciación, a ilegibilidad, a interferencias
de sonido, a palabras mal escritas o a errores tipográficos).
Este repertorio de estructuras visuales y auditivas es lo que diferencia a un idioma de otro, a un código de otro.
Esta diferencia explica la afirmación de que la relación entre significante (sonido o signo) y significado es
arbitraria. Si esto no fuera así, todos los códigos naturales serían idénticos en su relación de
significación. Para identificar las coincidencias es preciso referirse a un sistema lingüístico determinado:
«[...] la descodificación de los signos lingüísticos del texto original en referencia al sistema de
lenguaje (es decir, el establecimiento de las relaciones semánticas entre las palabras y los enunciados
del texto)»1.
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Las personas que conocen más de un idioma o que, al menos, reconocen los signos gráficos o los sonidos de más de uno,
deben efectuar una selección de código antes de elegir las coincidencias posibles. Esto también sucede cuando una
frase contiene una palabra perteneciente a un código distinto, que por fuerza tendrá normas de escritura y
pronunciación diferentes (por ejemplo: "Es un magnífico programa de software").
En una primera fase, la localización de palabras no significa la identificación de sus posibles significados,
sino sólo la reproducción mental de la propia palabra.
Una palabra puede sustituirse por su representación o por su imagen mnéstica, tal como sucede con
cualquier otro objeto 2.
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Algunos estudiosos han confundido esta fase con la del pensamiento interno, que es, como ya veremos, algo
completamente distinto.
En obras de autores del pasado siempre hallamos el signo "igual a" entre la reproducción de palabras
de la memoria y el lenguaje interno, pero estos son dos procesos distintos que deben diferenciarse3.
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Es decir, pensar en una palabra no es lo mismo que pensar en su significado. Sin embargo, cuando la lectura se
realiza sin perturbaciones internas o externas, el tránsito del proceso de reproducción mental a la búsqueda de
posibles significados es muy veloz.
La rapidez de este proceso (o mejor, de la sucesión de estos procesos) no depende sólo de la familiaridad adquirida
con cada letra o palabra (algo que cobra mayor importancia cuando se aprende otro idioma) sino, sobre todo, de la
familiaridad con las estructuras gráficas/fonéticas más frecuentes. De hecho, un lector experto no leerá todas las
letras de todas las palabras de todas las frases, sino captará una porción mínima indispensable para completar
mentalmente la unidad de sentido, valiéndose de su propia aptitud enciclopédica.
La percepción y selección de las coincidencias auditivas o gráficas se basan, a su vez, en el cotexto y el
contexto de la palabra; en este caso, también pueden producirse correcciones basadas en la experiencia enciclopédica
del lector. Si, por ejemplo, se encuentra la palabra "astronomía" en un libro de cocina, la experiencia del lector
tenderá mentalmente a corregirla y sustituirla por "gastronomía", cuya presencia sería mucho más probable en dicho
contexto.
Esta operación también podría denominarse "adaptación de la descodificación al contexto referencial del
enunciado: "el contenido conceptual de un enunciado se define mediante la observación del contexto referencial
que lo contiene [¿]"4 .
La lectura es un proceso mental activo, en el que el lector se empeña en reconstruir la intención del autor.
Los signos impresos (y los sonidos que conforman los mensajes orales) inducen a una mente activa a reflexionar
sobre las alternativas posibles para reconstruir el contenido del mensaje.
En la lectura hay un texto de partida (como en la traducción interlingüística, principal objeto de este curso),
pero en la conclusión del proceso no hay texto, sino un sistema de conjeturas y reconstrucciones hipotéticas
acerca de los posibles significados e intenciones del autor.
En la fase de análisis, el traductor lee/escucha el texto de partida y se vale de su formación y su
conocimiento enciclopédico, incluidos el conocimiento del sector y de las convenciones del texto, para
comprender las características que éste contiene5.
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Las palabras del texto de partida penetran en nuestra mente y generan un efecto global que no es un conjunto de
palabras, es decir, no es un texto de destino, como en la traducción interlingüística, sino una serie de entidades
difíciles de precisar, en todo caso mentales y no verbales. Esto significa que en nuestra mente debe existir una
especie de código interno (o subverbal, como se dijo en las unidades precedentes), que apoyándose en nuestra
experiencia perceptiva subdivida y catalogue las percepciones posibles.
Observamos aquí un proceso [...] de lo externo hacia lo interno, un proceso de transformación del
lenguaje en pensamiento. De ahí la estructura de este lenguaje y sus múltiples diferencias con la estructura
del lenguaje externo6.
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Vygotskij ha realizado investigaciones con niños, que en ciertas fases de su desarrollo tienden a usar un lenguaje
definido por Piaget como "egocéntrico", en el sentido de que es un lenguaje que el niño dirige a sí mismo. Según
Vygotskij, el estudio del lenguaje egocéntrico de los niños es importante porque constituye el embrión del lenguaje
interno del adulto. Escribe:
[¿] el lenguaje dirigido a uno mismo no puede hallar su auténtica expresión en el lenguaje externo, que
es por naturaleza completamente distinto; la forma de este lenguaje, que es muy peculiar por su estructura
[¿], debe contar con una forma de expresión especial, dado que su característica de fase no coincide con
la del lenguaje externo7.
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En la unidad siguiente se tratará este asunto con mayor detenimiento.
BIBLIOGRAFÍA
BELL R. T. Psycholinguistic/cognitive approaches. In Routledge Encyclopedia of Translation Studies.
London-New York, Routledge, 1998, p. 185-190. ISBN 0-415-09380-5
DELISLE J. Translation. An Interpretive Approach. Ottawa, Ottawa University Press, 1988.
VYGOTSKIJ L. S. Pensamiento y lenguaje (nueva versión), Paidós, Barcelona, 1995.
Edición original: Myshlenie i rech´. Psihologicheskie issledovanija. Moskvà-Leningrad, Gosudarstvennoe
social´no-èkonomicheskoe izdatel´stvo, 1934.
1 Delisle 1988.
2 Vygotskij 1990, p. 344.
3 Vygotskij 1990, p.345.
4 Delisle 1988.
5 Bell 1990, p.187.
6 Vygotskij 1990, p.347.
7 Vygotskij 1990, p.354.
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EN LA RED (francés)
DELISLE J.
EN LA RED (inglés)
BELL, R. T. Routledge Encyclopedia of Translation Studies.
VYGOTSKIJ L. S.
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