En las unidades anteriores dijimos que la lectura es como una traducción de lenguaje verbal a material mental,
o si se quiere, del lenguaje verbal externo al lenguaje no verbal interno. La persona lee, percibe lo que lee y
elabora conclusiones e interpretaciones sobre las posibles intenciones del autor del mensaje (en otra parte del
curso se definirá el concepto de "autor"). Hemos hablado de los tipos cognitivos como entidades que ayudan al
individuo a catalogar las experiencias pasadas con el fin de organizar la percepción presente y futura.
Si lo que se percibe no está constituido por palabras, la percepción no pasa necesariamente por el proceso de
verbalización: el individuo es capaz de percibir y catalogar sus sensaciones sin traducirlas en palabras. Esto
no impide que pueda reconocer el objeto percibido en caso de que vuelva a presentarse.
La característica primera y principal del lenguaje interno es la gran peculiaridad de su sintaxis. [...]
Esta peculiaridad se manifiesta en la fragmentación aparente, la discontinuidad y la abreviación del lenguaje
interno en comparación con el externo1 .
[Existe] una tendencia claramente particular a reducir las frases y los enunciados: se conservan el
predicado y las partículas de la frase vinculadas a él, en tanto que se omite el sujeto y las palabras
ligadas a él. Este predominio del predicado en la sintaxis del lenguaje interno se manifiesta [...] con
una regularidad total [...] de modo que al final, recurriendo al método de la interpolación, debemos
suponer que el predominio puro y absoluto del predicado es la forma sintáctica fundamental del lenguaje
interno2.
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El hecho de "poner en palabras" o traducir a un código externo común a los demás es algo indispensable para la vida
social del individuo, pues le permite compartir con sus semejantes el contenido de sus actos cognitivos y perceptivos
propios.
También dijimos que la relación significante/significado es arbitraria, lo cual queda demostrado por las diferencias
que existen entre los lenguajes naturales: no hay una relación necesaria entre la percepción de un objeto-caballo y
la producción del sonido "caballo" o de los caracteres gráficos c a b a l l o. Por ejemplo, un mismo objeto es
"cheval" para un francés y "horse" para un inglés.
También hemos afirmado que el campo semántico de un significante no es lo mismo para dos individuos, porque cada
uno vincula, de manera consciente o inconsciente, experiencias claramente subjetivas a cada significante, que le
evoca distintos recuerdos, sensaciones e imágenes. Es pues, muy improbable, que el campo semántico de "caballo"
coincida por completo con el de "cheval", el de "horse", etc.
Dicho de otro modo, cada lenguaje natural (y cada idiolecto, es decir, el uso particular de la lengua por parte de
cada "individuo, su lenguaje o 'estilo' personal, con independencia del grupo o comunidad a que pertenece"3)
cataloga el conocimiento humano de manera diferente. Por lo tanto, el lenguaje no es sólo un medio para comunicarse
con los demás miembros de nuestra especie, sino también un sistema para catalogar percepciones, ideas, imágenes y
emociones.
En nuestra mente actúan, al parecer, dos sistemas de catalogación que son paralelos e independientes entre sí: el
sistema del tipo cognitivo, que actúa sólo de manera subjetiva e interna, y el sistema de catalogación verbal, que
también permite la comunicación externa, si bien de modo parcial e imperfecto.
Tomemos los sueños como ejemplo. Freud, en La interpretación de los sueños, analizó las características
principales de los mecanismos responsables de la formación de los sueños4. Estos no están constituidos por
palabras; emergen de un espacio no verbal de nuestro interior .
Los procesos del pensamiento y de los afectos se representan en los sueños de manera visual y, con menor
frecuencia, auditiva. En los sueños también aparecen otras manifestaciones de la experiencia sensorial,
como el tacto, el olfato y la sensación cinestética. [...] Dos elementos de la actividad onírica son la
representación simbólica y plástica, es decir, la transformación de los pensamientos en símbolos
e imágenes sensoriales, y la elaboración secundaria, la conexión de las imágenes y los elementos
del sueño en una historia o acción con un mínimo de coherencia. En algunos casos no se produce la
elaboración secundaria o revisión y el sueño se recuerda como una serie dispersa, incoherente o
disparatada de imágenes y frases.5.
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Cuando recordamos un sueño al despertar, dicho recuerdo, con independencia de que sea nítido o no, está formado
por material no verbal. Si este material se almacena tal como está (en forma no verbal), correrá la suerte de todos
los recuerdos: el tiempo lo deteriorará de manera más o menos rápida, dependiendo de las circunstancias.
Si intentamos poner el sueño por escrito o lo describimos a alguien, el material onírico sigue un itinerario
completamente distinto: se hace necesaria una auténtica labor de traducción. Las imágenes, los sonidos y otras
sensaciones deben traducirse en palabras. Al describir un sueño con palabras, es frecuente que nos sintamos
insatisfechos de nuestra traducción. El texto que obtenemos omite ciertas sensaciones e imágenes que no son
descriptibles con palabras o que, al trasladarse al ámbito verbal, pierden riqueza y expresividad.
En ocasiones un sueño deja en nosotros una impresión tan fuerte que no podemos librarnos de ella durante varias
horas, aunque de manera racional seamos conscientes de que lo que hemos soñado no es un hecho del mundo externo,
sino de nuestro mundo interior, mental e imaginario. Rara vez logramos transmitir la fuerza de dichas sensaciones,
salvo que poseamos la capacidad de expresarnos con lenguajes no verbales, como las artes representativas, la música
o la expresión corporal, o incluso mediante la poesía, en la cual las palabras y los sonidos tienen el mismo valor
expresivo.
Por otra parte, nuestra mente diurna y racional es incapaz de comprender la lógica de ciertos pasajes de los sueños.
Si yo me encontraba en una montaña, ¿cómo es posible que de pronto, y sin mediar desplazamiento alguno, me viera en
el salón de mi casa? Por esta razón, cuando recurrimos a la "elaboración secundaria ", nuestra tarea de cronistas
nos obliga, a veces de manera inconsciente, a ajustar, modificar o revisar nuestra versión verbal del sueño para
dar coherencia a la narración, mediante un argumento que puede situarse a mucha distancia del material mental
original.
[...] debido a su naturaleza psicológica, el lenguaje interno es una formación especial, un tipo particular
de actividad verbal con características muy específicas que tiene una compleja relación con otros tipos de
actividades verbales. [...] El lenguaje interno es un proceso o transformación del pensamiento en palabras;
es la materialización y la objetivación6.
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Si, por una parte, dicha materialización es incompleta y produce una pérdida de comunicación, por otra puede ser un
instrumento valioso para incrementar el control de nuestra propia mente. A partir de Freud muchas terapias orientadas
al tratamiento de distintos tipos de neurosis se han basado en la palabra: el paciente intenta traducir en palabras
sentimientos, ansiedades, sueños o asociaciones mentales, y el terapeuta estimula dichos procesos de objetivación y
materialización por la capacidad liberadora que poseen. Antes de la verbalización, los vínculos entre los distintos
pensamientos, imágenes o sentimientos parecen inexistentes, como si se tratara de enlaces hipertextuales temporalmente
desactivados. Una vez producida la verbalización, dichos vínculos se hacen visibles y, en ciertos casos, su
reconocimiento puede romper nudos internos, liberar tensiones o resolver cortocircuitos mentales, que suelen ser la
raíz de los síntomas neuróticos, aliviando al paciente y dotándolo a la vez de una mayor capacidad introspectiva.
La escritura --la traducción del lenguaje interno al lenguaje verbal externo--, es una actividad que, al constituir
una fase del proceso de traducción como lo entendemos en sentido profesional, desde el punto de visto operativo tiene
mucho en común con la traducción intersemiótica. La presencia, en sustitución del texto original, de lo que Vygotsky
llama "lenguaje interno" y Eco "tipos cognitivos ", así como el hecho de que el lenguaje verbal externo no sea sólo un
medio de expresión, sino también un instrumento para la catalogación de la experiencia, tiene muchas implicaciones
respecto a la mente del escritor, a la intención de la escritura y al destinatario del escrito, que puede ser una
persona real (si se trata de una carta), o un destinatario hipotético o implícito, un modelo de lector (como en el
caso de un libro).
Puede darse el caso de que la escritura se utilice como una terapia personal o como medio de reflexión, sin postularse
un destinatario. Para algunos, sólo esta clase de escritura es verdadera. Anna Maria Ortese escribió:
La escritura es buscar la calma y, a veces, encontrarla. Es el regreso al
hogar. Lo mismo sucede con la lectura. La gente que escribe o lee de verdad, es decir, para sí misma,
vuelve a casa, se siente bien. Las personas que nunca escriben ni leen, o lo hacen por obligación,
por razones prácticas, están siempre fuera de su hogar, aunque tengan muchos. Son pobres, y empobrecen
la vida7.
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Gianni Celati, en referencia a un cuento de Marco Belpoliti, La linea evapora nel piano [La línea se evapora
en el plano], admira la metáfora de la escritura como una actividad lineal cuyo producto puede proliferar y adquirir
una mayor dimensión.
[...] la idea de la línea que se evapora sublimándose en el plano, obliga a pensar en la geometría de
manera más creativa y a imaginar la escritura como una línea que produce un plano. Así es como se expande
el sueño del intelecto (el maestro en esto es Italo Calvino)8.
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En las unidades siguientes examinaremos las repercusiones que tiene este modo de entender la escritura en el hecho
de traducir.
BIBLIOGRAFÍA
AMERICAN PSYCHOANALYTIC ASSOCIATION Psychoanalytic Terms and Concepts, ed. B. E. Moore and B. D.
Fine, New Haven, Yale University Press, 1990, ISBN 0-300-04701-0.
CELATI G., ed., Narratori delle riserve. Milán, Feltrinelli, 1992. ISBN 88-07-01439-4.
FREUD S. Die Traumdeutung. Leipzig, Franz Deuticke, 1900.
FREUD S. The Interpretation of Dreams, in Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund
Freud, ed. J. Strachey, London, Hogarth Press and the Institute of Psycho-Analysis, 1953-1974, vol. 4 y 5.
LAING R. D. Knots. Nueva York, Pantheon Books, 1970. ISBN 0-394-43211-8.
MARCHESE, A. Dizionario di retorica e di stilistica. Milán, Mondadori, 1991. ISBN 88-04-14664-8.
VYGOTSKY L. S. Myshlenie i rech´. Psihologicheskie issledovanija. Moskvà-Leningrad, Gosudarstvennoe
social´no-èkonomicheskoe izdatel´stvo, 1934. Versión inglesa: Thought and Language; de Alex Kozulin,
Cambridge (Massachusetts), MIT Press, 1986.
1 Vygotsky 1990, p. 363.
2 Vygotsky 1990, p. 365.
3 Marchese 1991, p. 140.
4 Freud 1900.
5 American Psychoanalytic Association 1990, p. 57.
6 Vygotsky 1990, p. 346-347.
7 "Scrivere è cercare la calma, e qualche volta trovarla.
È tornare a casa. Lo stesso che leggere. Chi scrive e legge realmente, cioè solo per sé, rientra a casa; sta bene.
Chi non scrive o non legge mai, o solo su comando - per ragioni pratiche - è sempre fuori casa, anche se ne ha molte.
È un povero, e rende la vita più povera". Celati 1992, p. 11.
8 "Ma questa idea della linea che evapora sublimandosi nel
piano, mentre fa pensare alla geometria in modo più immaginativo del solito, fa anche venire in mente che la scrittura
è appunto una linea che produce un piano. Ecco come si espandono i trasognamenti dell'intelletto (maestro Italo
Calvino)". Celati 1992, p. 22.
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EN LA RED (italiano)
MARCHESE A.
FREUD S.
CELATI G.
EN LA RED (inglés)
BELL, R. T. Routledge Encyclopedia of Translation Studies.
VYGOTSKIJ L. S.
American Psychoanalytic Association
LAING, R. D.
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