"Para ocultar tu confusión, te levantas,
te asomas a la ventanilla, llevando
siempre en la mano el volumen"1.
En unidades anteriores de esta parte del curso, dedicada a la primera fase de la traducción, la lectura, hemos tratado algunos de los aspectos psicológicos y psicoanalíticos de la descodificación y la interpretación. Para seguir avanzando en nuestro análisis de los problemas de la lectura, debemos ahora alejarnos parcialmente de la esfera psicológica y tratar de comprender lo que sucede en el plano lógico cuando nos enfrentamos a un texto, cuál es el razonamiento que utilizamos para extrapolar los significados del texto.
Para hacerlo, acudiremos de manera conspicua a la ciencia de la acción de los signos, la semiótica. La palabra "semiótica" proviene de "semiosis", del griego semeiosis, "la acción de los signos". El término moderno fue acuñado por el gran pensador estadounidense Peirce (1839-1914), y aunque al mismo tiempo otro investigador, el suizo Ferdinand de Saussure (1857-1914), creaba la "semiología" -término por el cual la semiótica, o al menos la semiótica lingüística, es más conocida en Europa-, ninguno de los dos hombres supo nunca de la existencia del otro. Esto sucedió, sobre todo, porque Peirce, al que ahora, con la ventaja del tiempo transcurrido. podemos considerar un elemento fundamental en la historia del pensamiento humano, nunca disfrutó de un puesto permanente en una universidad estadounidense y muchas veces se vio obligado a ganarse la vida con trabajos precarios situados por debajo de su capacidad, que quitaban tiempo a sus valiosos estudios. Tales dificultades no le impidieron dejarnos unas cien mil páginas escritas, de las que hasta ahora se ha publicado una mínima parte.
Veremos los tipos de razonamiento principales que caracterizan a todo acto cognitivo con el que tratamos de entender algo. El más sencillo y fiable es la deducción, el razonamiento analítico, que va de lo general a lo particular. Veamos el ejemplo de Aristóteles: a partir de una gran premisa, una regla que incluye muchos casos,
A "todos los hombres son mortales",
se enuncia una menor, es decir, una regla que se contempla como un subconjunto de la premisa mayor:
B "Sócrates es un hombre".
La consecuencia que deriva de lo anterior, la conclusión, es que
C "Sócrates es mortal".
Este tipo de razonamiento tiene la característica de no ser arriesgado en absoluto: si se tiene la certeza de la validez de A y B, también se estará seguro de la veracidad de C. En todo caso, el problema de la deducción es otro: aunque es útil para aplicar reglas generales a casos individuales, carece por completo de creatividad, puesto que no añade cosa alguna a lo ya sabido. Peirce ilustraba la deducción mediante el ejemplo, hoy muy conocido, de la bolsa de judías:
Regla | Todas las judías de esta bolsa son blancas. |
Caso | Estas judías son de esta bolsa. |
Resultado | Estas judías son blancas2. |
Si se desea crear un razonamiento más creativo, uno puede observar lo que sucede si se modifica el orden de los elementos de la deducción. La inducción es, en ciertos aspectos, opuesta a la deducción, porque las premisas de las que parte son las menores, de modo que el razonamiento avanza de lo particular a lo general. Es un razonamiento sintético:
A "El lápiz cae".
Es la observación de un caso específico, sin duda auténtico, del que puede dar fe quien alguna vez haya dejado caer un lápiz. En la inducción hay muchas otras premisas menores, como:
B "El libro cae",
siempre constatables sin dificultad,
C "El hombre cae".
Sin embargo, para llegar a la conclusión y enunciar la regla general 'basada en' estos casos individuales, se realiza un salto lógico para afirmar:
D "Todos los cuerpos caen".
Este razonamiento, basado en el mundo empírico y no sólo en las leyes de la lógica, porque parte de la observación práctica de fenómenos objetivos, es creativo, dado que D es mucho más que la suma de A, B y C. El lado negativo es que carecemos de la seguridad de que D sea veraz. Así pues, aunque la inducción es un razonamiento útil para formular hipótesis sobre reglas aún no identificadas con precisión, por otro lado sólo es útil para crear hipótesis y no convicciones, como sucede en el caso de la deducción.
Peirce, también en este caso, utiliza el ejemplo de la bolsa de judías:
Caso | Estas judías son de esta bolsa. |
Resultado | Estas judías son blancas. |
Regla | Todas las judías de esta bolsa son blancas3. |
Cuando leemos y debemos entender los significados de un texto, ¿a cuál de estos razonamientos recurrimos? Para aplicar la deducción, necesitamos un texto que se presente ante todo con las reglas generales para su comprensión, lo cual sucede rara vez. Para aplicar la inducción, necesitamos un texto que enuncie desde el principio una regla específica que gobierne su funcionamiento, pero esto tampoco es frecuente.
La semiosis, la significación, nuestra comprensión del texto, no sigue un razonamiento deductivo ni inductivo. La semiosis actúa como una investigación científica y no se satisface sólo con un razonamiento analítico (deducción) o sintético (inducción): el primero, en opinión de Peirce, "demuestra que algo debe ser", el segundo "demuestra que algo es realmente operativo"4. El razonamiento que, según Peirce, actúa en el momento en que se trata de extraer significado de un texto es la abducción: "La abducción se limita a sugerir que algo puede ser"5. Si volvemos al ejemplo de la bolsa de judías, la abducción actúa como sigue:
Regla | Todas las judías de esta bolsa son blancas. |
Resultado | Estas judías son blancas. |
Caso | Estas judías son de esta bolsa 6. |
La hipótesis que está en la base de la parte final del razonamiento es un caso, no una regla; para ser precisos, es la hipótesis de un caso. Que las judías provengan de esa bolsa determinada es una hipótesis de trabajo, que deberá comprobarse repetidamente en el curso de la indagación. En las unidades siguientes veremos las repercusiones de dicho razonamiento en el acto semiótico.
BIBLIOGRAFÍA
CALVINO I. Si una noche de invierno un viajero, Traducido por Esther Benítez, Madrid, Ediciones Siruela, 1999, ISBN 84-784-453-X.
GORLÉE D. L. Semiotics and the Problem of Translation. With Special Reference to the Semiotics of Charles S. Peirce. Amsterdam, Rodopi, 1994. ISBN 90-5183-642-2.
PEIRCE C. S. Collected Papers of Charles Sanders Peirce, edición de Charles Hartshorne, Paul Weiss y Arthur W. Burks, 8 vol., Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 1931-1966.
1 Calvino 1998, p. 250.
2 Peirce, vol. 2, p. 623. Traducción nuestra
3 Peirce, vol. 2, p. 623. Traducción nuestra
4 Peirce, vol. 5, p. 171. Traducción nuestra
5 Peirce, vol. 5, p. 171. Traducción nuestra
6 Peirce, vol. 5, p. 623. Traducción nuestra
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