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29 - Transformaciones de la traducción y de la crítica de la traducción

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«[...] nos impidió aprehender su tramo final de vida y ser sus atentos testigos, antes de la metamorfosis»1.

"[...] preventing us from seizing the final stretch of his life and being its attentive witnesses, before the metamorphosis"2.

En esta tercera parte he dedicado un amplio espacio a las categorías que buscan describir el modo en el que un prototexto se convierte en metatexto. Hemos leído sobre adaptación, fidelidad, literalidad, equivalencia y libertad. He sostenido que dichas categorías son poco útiles para describir las relaciones de cambio entre el prototexto y el metatexto, es decir, la estrategia traductiva. Después de tratar estos aspectos, es necesario afrontar el siguiente problema: dado que, en cualquier caso, la traductología aspira a ser la ciencia que describe las transformaciones posibles de un prototexto en metatexto, ¿cuáles son las categorías que pueden emplearse para que dichas descripciones no sean sólo juicios individuales, libres y no sistemáticos, sino que puedan aplicarse de manera útil?

Al plantear esta pregunta, la traductología general deviene, podría argumentarse, en crítica de la traducción, esa disciplina concreta que se ocupa del análisis descriptivo del metatexto una vez producido y no durante la fase de producción.

Es verdad que las dos perspectivas tienen una parte común:

  • la traductología general analiza los modos posibles de transformación del prototexto, sus actualizaciones factibles y eventuales y su viabilidad en los distintos contextos culturales receptores;
  • la crítica de la traducción analiza las transformaciones concretas (metatextos) que son fruto del proceso traductivo de un prototexto; para ello, es necesario que analice también el prototexto e inserte las transformaciones registradas en un cuadro sistemático de transformaciones posibles.

¿Cuál es la diferencia entre estos dos tipos de análisis?

El primero es un análisis a priori o de factibilidad, en el que el prototexto se proyecta mentalmente hacia la cultura receptora. Esa proyección ofrece varias estrategias posibles, de las que se sigue una concreta que constituye la producción del metatexto.

El segundo es un análisis a posteriori que se realiza a partir del resultado de un proceso de transformación y reconstruye retrospectivamente la estrategia traductiva que lo produjo. Es un caso muy evidente de la "retroducción" de Peirce.

Ahora bien, dado que se trata de dos fases distintas, ¿tiene algún sentido crear un patrón de sistematización de las transformaciones prototexto-metatexto que sirva tanto para la traductología general como para la crítica de la traducción?

Creo que sí. Recordemos lo que escribió Torop a propósito del metalenguaje. Es una exhortación a la unificación del metalenguaje, fruto de estratificaciones históricas, diferencias ideológicas, puntos de vista disciplinares distintos y comunicación intercultural deficiente. En primer lugar, nos enfrentamos al problema del enfoque evaluativo, que prevaleció durante varios decenios y aún no se ha abandonado por completo:

En el ámbito de la traductología, coexiste una multitud de términos evaluativos para describir los tipos de traducción concretos. Por ejemplo, una buena traducción se define como "adecuada" (en sentido funcional o dinámico), "equivalente", "válida", "exacta", "realista", etc. (Torop 2000: 78)

Una vez superado este escollo y abandonado el enfoque evaluativo, quedan aún por resolver numerosas dificultades. Podríamos detenernos de manera indefinida en la enorme variedad de metalenguajes existentes, muchas veces incompatibles, incluso dentro de una misma disciplina (piénsese, por ejemplo, en palabras como "significado", que puede utilizarse como traducción del signifié de Saussure, como sinónimo del interpretante de Peirce, y además como sinónimo de la significance de Morris; y de "referente", o incluso de "objeto", dependiendo de otras abigarradas terminologías). Hay una que consiste en crear otro metalenguaje (!) mediante la unificación de todos los lenguajes disciplinares preexistentes:

El profundo caos metalingüístico es un obstáculo no sólo para el desarrollo del metalenguaje, sino también para su transformación en una lengua refinada que haga más precisa la percepción (Torop 2000: 22).

Existe otro método, tal vez más práctico, consistente en clarificar los conceptos esenciales y en recurrir a un término (o disciplina) u otro en función de los distintos casos y oportunidades, con lo que se habitúa al lector a la posibilidad de referirse a un mismo concepto o proceso de diversas maneras:

[...] es posible situar distintos metalenguajes en el ámbito de una metodología interdisciplinar, mediante el recurso a una traducción metodológica o a una traducción de metodología única. Esto implica la idea de que un pensamiento bastante preciso puede ocultarse debajo de un lenguaje impreciso, constituido por fragmentos de distintos metalenguajes (Torop 2000: 23).

Se trata de una infracción del principio según el cual hay diferencia entre las palabras comunes y los términos. Mientras que en el caso de las palabras no técnicas observamos el conocido fenómeno de la polisemia (una palabra hace referencia a distintos objetos/conceptos/procesos), que puede dar origen a confusión pero que, no obstante, cumple una función precisa en diversos tipos de comunicación, los términos (palabra que forman parte de una terminología sectorial) tienen la monosemia como característica o al menos como tendencia.

Si los términos fueran absolutamente monosémicos, dicha categoría de palabras podría considerarse como de "equivalencia lingüística". De hecho, los glosarios más fiables son los que se refieren a una aplicación específica, en particular cuando se actualizan con frecuencia o cuando pertenecen a campos técnicos con poca innovación científica o técnica. Más aún, si las frases técnicas no estuvieran compuestas, más que de términos, de elementos estructurales y conjuntivos, de adverbios y de otros elementos "perturbadores", sería posible plantear su traducción automática.

Debido a la presencia de dichos elementos perturbadores, sólo es posible traducir esos textos de manera semiautomática, o pretraducirlos, mediante el uso de programas que utilizan memoria de traducción, como WordFast.

Esta infracción al principio básico de la terminología es disculpable, en mi opinión, si se tienen en cuenta las ventajas que ofrece:

  • la posibilidad de acumular las contribuciones de todos los investigadores, incluso en forma de cita directa;
  • un hábito de la elasticidad mental (el ejercicio necesario para traducir una terminología a otra) que puede ser muy útil para la creatividad y la apertura mental de los investigadores;
  • la necesidad de reforzar los conceptos y procesos básicos de la disciplina, que exige un esfuerzo constante de re-autodefinición, sumamente útil para forjar y consolidar el sentido de identidad de la ciencia de la traducción.

Si esta necesidad de unificación del metalenguaje sectorial de la traductología es útil para las relaciones entre las tareas de investigadores distintos, o al menos de escuelas o disciplinas distintas, me parece absolutamente necesario que en este curso de traducción de Logos, la terminología referente a la traductología general y a la crítica de la traducción sea coherente.

Por lo tanto, mi objetivo es delinear las categorías de las transformaciones traductivas posibles que puedan aplicarse tanto en el ámbito de la evaluación preventiva del proceso (análisis traductológico; estrategia traductiva) como a la evaluación sucesiva del resultado del proceso (crítica de la traducción). En la siguiente unidad veremos la manera de conducirnos de la manera más nítida posible por la oscura jungla de las múltiples posibilidades clasificatorias.

BIBLIOGRAFÍA

MARÍAS J. Negra espalda del tiempo, Punto de lectura, 2000 (edición original de 1998), ISBN 84-663-0007-7.

MARÍAS J. Dark Back of Time, New York, New Directions, 2001 (traducción de Esther Allen), ISBN 0-8112-1466-4.

TOROP P. La traduzione totale, obra de Bruno Osimo, Modena, Guaraldi Logos, 2000, ISBN 88-8049-195-4.


1 Marías 2000, p. 214.
2 Marías 2001, p. 172.





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