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9 - De la comunicación privada a la comunicación pública

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«Y hasta nos afanamos por recordar señales o signos o ironías crueles o vaticinios no reconocidos de lo que sucedió más tarde»1.

"And we struggle to remember signals, signs, cruel ironies, unnoticed omens of what happened next"
2.

El borrador de un texto, como ya hemos visto, incluso cuando se trata de una traducción, se aleja de la concepción mental de lo que se ha leído y asimilado y se transfiere al lenguaje verbal externo. George Steiner, uno de los más prestigiosos investigadores que se ha ocupado de la traducción, ha aportado muchos comentarios útiles para acompañarnos en nuestro camino hacia la actualización o verbalización del texto mental.
   Según Steiner, la base en que se apoya todo acto de verbalización es comparable a un témpano de hielo o a una planta con raíces muy profundas. El "cimiento oculto" de la comunicación es una red asociativa inconsciente, una telaraña muy amplia e intrincada de relaciones mixtas y plurales entre entidades mentales y palabras, que en conjunto constituyen la singularidad del individuo. Dicho de otro modo, la individualidad corresponde a ese crisol de experiencias, y de experiencias de experiencias, verbales y no verbales, verbalizables y no verbalizables, que se interponen inevitablemente entre nuestra urgencia de comunicación y el resultado de nuestros esfuerzos. Por cada palabra que pronunciamos, diez quedan en el silencio, y en última instancia la imagen que damos de nosotros es la que proyecta la superficie de dicha actividad, la punta de iceberg.
  El hecho de que una afirmación implique la supresión (temporal o definitiva) de muchos otros enunciados, da una idea de la precariedad de nuestras posibilidades comunicativas y de lo engañosa y equívoca que puede ser la propia comprensión. Como afirmó von Humboldt, citado por Steiner
3, "Toda comprensión es a la vez una incomprensión, todo acuerdo de ideas y emociones es al mismo tiempo una divergencia"4.
  En este sentido, tal vez sea posible identificar un segundo grado de conciencia metalingüística. El primer grado se fija en el hablante que se hace consciente de la regulación y las normas que gobiernan el instrumento que utiliza, el lenguaje. El segundo grado podría presentarse en el momento en que uno advierte la conspicua componente subjetiva de las relaciones de significación, de la (relativa) impotencia comunicativa inherente a la naturaleza humana. Nos da testimonio de esto el célebre dramaturgo del teatro del absurdo, Eugène Ionesco, en este párrafo de uno de sus diarios:

Pareciera que, a causa de mi afición a la literatura, hubiera utilizado todos los símbolos posibles sin penetrar realmente en su significado. Ya no tienen para mí ninguna significación vital. Las palabras han matado a las imágenes o las ocultan. Una civilización de palabras es una civilización confusa. Las palabras no son la palabra (les mots ne sont pas la parole) [...] El hecho es que las palabras no dicen nada, si lo puedo expresar así [...] No existen palabras para la experiencia más profunda. Cuanto más trato de explicarme, menos me entiendo. Naturalmente, no todo es indecible en palabras, sólo la verdad viva5.

 

Que un redactor entienda su necesidad de mediar entre sus propias connotaciones y las que percibe como más comunes entre sus lectores no sólo depende de su ubicación histórica en la época moderna o en un periodo en el que dichas consideraciones aún no existían (es decir, antes de Mallarmé y de sus contemporáneos, en opinión de Steiner). También hay un componente de conciencia individual: "[...] en la mayoría de los casos, las fuentes activas de la connotación permanecen en el subconsciente o fuera del alcance de la memoria"6.
  Sólo los grandes poetas o los pensadores geniales pueden inventar palabras con valores creativos y connotaciones innovadoras. Casi siempre debemos contentarnos con reutilizar desgastados campos semánticos tal como los hemos empleado durante mucho tiempo. No obstante,

las connotaciones privadas, los hábitos privados de acento, de elisión o de perífrasis, constituyen un elemento fundamental del discurso. Su peso y su campo semántico son esencialmente individuales. El significado es siempre la suma total y potencial de las adaptaciones individuales. No puede existir un léxico definitivo ni una gramática lógica del lenguaje corriente ni de sus partes a causa de la diversidad de los seres humanos; incluso en casos sencillos de referencia y de "denominación", siempre se relacionan las distintas asociaciones con una palabra determinada7.

 

Por lo tanto, el traductor se enfrenta a un problema candente: traducir su manera privada de entender el sentido en palabras que tengan la mayor posibilidad de ser comprendidas por la mayoría de sus lectores (el lector modelo, o modelo de lector) de tal modo que no sean muy distintas de lo previsto por su estrategia traductiva.
  ¿De qué depende la capacidad de obtener tal resultado? Naturalmente, los factores son muchos. En la unidad anterior hablamos de una progresión de posibilidades de expresión, que van desde el solipsismo del maníaco a la generalidad humana
8. El problema al que se enfrenta el traductor es del mismo tipo: un enfoque excesivamente 'autista', en el que no se realiza el menor esfuerzo para que el acto traductivo verbalizante sea comprensible, tendría como consecuencia un texto al que casi nadie prestaría atención. Por otra parte, un texto demasiado estandarizado estaría privado de toda expresividad.
  El esfuerzo que realiza un individuo para determinar su propia estrategia comunicativa se basa en su experiencia. Vivir con otras personas, observar su comportamiento y examinar las reacciones lingüísticas de muchos individuos frente a fenómenos similares puede ser una manera de penetrar al menos una parte minúscula de ese iceberg. Un buen comunicador, un buen verbalizador, tiene que ser capaz de ver su mundo cultural más allá de su propio universo personal, debe conocerlo con una visión que no sea provinciana si desea estar en condiciones de hablar al 'fundamento oculto' de tantos lectores.
  Por esta razón, el patrimonio del traductor debe contar con una rica experiencia de tipo lingüístico-práctico, de un profundo conocimiento de la propia sociedad, de un vínculo permanente con el desarrollo constante de la cultura y del lenguaje. Sólo así podrá cumplir de manera eficaz el acto traductivo que requiere su actividad, que consiste en la producción de un texto. Concluyamos estas reflexiones con una cita muy significativa y brillante de After Babel:

[...] una parte esencial de todo el lenguaje natural es privada. Por esto en cada enunciación completa hay un elemento más o menos prominente de traducción. Toda comunicación 'interpreta' entre mundos privados9.

 

BIBLIOGRAFÍA

von HUMBOLDT W. Über die Kawi-Sprache auf der Insel Java [On the Kawi language of Java], Berlin, Konigliche Akademie der Wissenschaften, 1836-1839.

von HUMBOLDT W. An Anthology of the Writings of Wilhelm von Humboldt, translated by M. Cowan, Detroit, Wayne State University Press, 1963.

MARÍAS J. Negra espalda del tiempo, Punto de lectura, 2000 (edición original de 1998), ISBN 84-663-0007-7.

MARÍAS J. Dark Back of Time, New York, New Directions, 2001 (translated by Esther Allen), ISBN 0-8112-1466-4.

STEINER G. After Babel. Aspects of Language and Translation, 3ª edición, Oxford-New York, Oxford University Press, 1998 (1975), ISBN 0-19-288093-4.


1 Marías 2000, p. 214.
2 Marías 2001, p. 172.
3 Steiner 1998, p. 181.
4 von Humboldt (1836-39, p. ixxx): "All understanding is simultaneously a noncomprehension, all agreement in ideas and emotions is at the same time a divergence."
5 Ionesco, citado en Steiner 1998, p. 194.
6 Steiner 1998, p. 207.
7 Steiner 1998, p. 206.
8 Steiner 1998, p. 180.
9 «[...] an essential part of all natural language is private. This is why there will be in every complete speech-act a more or less prominent element of translation. All communication 'interoprets' between privacies». Steiner 1998, p. 207.





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