En la unidad anterior vimos cómo funcionan los mecanismos de la comunicación verbal según Jakobson. Para destacar la
tríada fundamental de este diagrama del sistema de comunicación, nos centraremos sólo en tres elementos: el emisor,
el contexto y el destinatario. Una de las razones para hacerlo así es que, como hemos visto, la función referencial
es determinante para completar el sentido de un enunciado, que por criterios de economía nunca especificamos con
detalle al dar por descontado muchos aspectos del contexto, ya que de otro modo la comunicación sería muy ineficaz.
Las funciones emocional y conativa también son fundamentales; la primera por el papel que desempeña el emisor en la
comunicación, y la segunda por la posición del mensaje frente al destinatario cuando se produce la comunicación.
Modalidades básicas de la construcción del enunciado
Para continuar nuestro razonamiento sobre la comunicación verbal, debemos considerar los dos aspectos principales en
la construcción de la oración desde un punto de vista mental.
Los experimentos realizados con pacientes afectados de afasia demostraron que los dos hemisferios cerebrales, el
izquierdo y el derecho, regulan dos funciones distintas. El hemisferio izquierdo controla la selección paradigmática
de palabras, en tanto que el derecho actúa sobre la combinación sintagmática1. En términos sencillos, esto puede
explicarse de la manera siguiente:
Imaginemos que el esquema siguiente representa una máquina tragamonedas. Supongamos que, al accionar la palanca
(ficticia), giran las ruedas verticales paralelas y muestran las distintas palabras o los espacios en blanco de
sus caras hasta detenerse y formar una combinación de palabras. Nuestra máquina, además nos permite ver todas las
palabras de las caras que no aparecen en el visor central, en el que aparece la frase que se inicia con la palabra
"Pablo".
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Alfredo |
ama a |
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Gertrudis |
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Quién |
toca |
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el pan? |
Ayer |
él |
agotó |
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su vino tinto |
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Pablo |
dirige |
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la empresa |
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de café |
Ahora |
yo |
iré |
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a comprar |
la prensa |
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Aprender |
requiere |
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esfuerzo |
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das |
qué cosa |
a Matilda? |
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En primer lugar, observemos la tabla en sentido horizontal, a partir de la primera línea. La mente del emisor que desea
expresar un concepto empieza, supongamos, por buscar el sujeto de la acción: realiza un proceso selectivo hasta llegar
a la palabra "Alfredo", que satisface su necesidad de comunicación en ese momento. Para seguir construyendo la frase, debe
ahora resolver un problema sintáctico: a continuación de la palabra "Alfredo", ¿qué tipo de palabras aparecería, de acuerdo
con la gramática española? Al plantearse esta pregunta, lleva a cabo un proceso combinatorio. Las posibilidades son
muchas, pero lo más probable es que a continuación de un sujeto aparezca un verbo. En este punto el emisor repasa mentalmente
todos los verbos que conoce (proceso selectivo), aísla el que considera adecuado (amar), y lo conjuga de la manera
adecuada. Para llegar a Gertrudis debe realizar otro proceso combinatorio (que le impide decir, por ejemplo, "Alfredo
ama a aunque") y uno selectivo, hasta obtener "Gertrudis".
Las máquinas tragamonedas carecen de capacidad combinatoria. Mejor dicho, combinan al azar lo que aparece en las caras de
las ruedas adyacentes, sin plantearse problemas sintácticos o constructivos. Si fueran humanas, se podría decir que padecen
de afasia del hemisferio cerebral derecho. De hecho, nuestra máquina imaginaria puede presentar expresiones incomprensibles,
como "Aprender toca a Matilda? esfuerzo" o "Ahora aprender ama a la empresa esfuerzo". Es decir, la máquina tiene capacidad
paradigmática (con el solo hecho de bajar la palanca podemos ver toda la gama de posibilidades), pero no sintagmática (en
realidad, combina las palabras de manera aleatoria).
Por el contrario, quienes padecen de afasia del hemisferio izquierdo no tienen capacidad paradigmática, es decir, son
incapaces de consultar la gama de posibilidades.
Jakobson, al reelaborar conceptos que Saussure ya había identificado parcialmente, entendió de manera ingeniosa que todos
los actos lingüísticos se basan en la capacidad de combinación y selección.
En la combinación (eje sintagmático, horizontal, metonímico), una palabra se sitúa en relación con la siguiente en función
de la contigüidad. En la frase "Pablo dirige la empresa de café", entre "Pablo" y "dirige" no hay similitud, sino
contigüidad, y las dos pueden combinarse. Lo mismo sucede con "dirige" y "la empresa" y con "la empresa" y "de café".
En la selección (eje paradigmático, vertical, metafórico), una palabra se sitúa en relación con las demás (superiores e
inferiores en nuestro modelo) en función de la similitud.
La metonimia es una figura retórica fundada en la relación de contigüidad entre el término literal y el figurativo. Por
ejemplo, "Se gana el pan con el sudor de su frente" sustituye a "Se gana el pan con un trabajo que provoca el sudor
de su frente". Como puede verse, se trata de una relación sintagmática (sustracción).
La metáfora es una similitud que no expresa términos de comparación. "Cabellos de oro" es una metáfora a la que se llega
después de comparar de forma implícita el color del cabello y el del oro, en una operación de tipo paradigmático2.
Estos conceptos son indispensables para afrontar las otras tres funciones de la comunicación verbal, que se tratan en la
unidad siguiente.
BIBLIOGRAFÍA
JAKOBSON R. Brain and Language. Cerebral Hemispheres and Linguistic Structure in Mutual Light. Columbus
(Ohio), Slavica, 1980. ISBN 0-89357-068-0.
MARCHESE, A. Dizionario di retorica e di stilistica. Milán, Mondadori, 1991. ISBN 88-04-14664-8.
1 Jakobsón 1980.
2 Marchese 1991, p. 186, 187, 190, 191.
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EN LA RED (inglés)
JAKOBSÓN R.
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