El aprendizaje en general, y el de una lengua extranjera en particular,
está ligado al contexto afectivo en el cual se produce. El niño aprende el
idioma de su madre o de las personas más próximas asociando determinadas
necesidades primarias y su satisfacción con los sonidos que expresan los
conceptos correspondientes. El aprendizaje de la denominada "lengua materna" (o
lenguas maternas en el caso de las familias bilingües) ocurre mediante
asociaciones inconscientes, situadas fuera del control racional. Dado que las
necesidades del niño están mayormente relacionadas con la satisfacción de
funciones fisiológicas y con la exploración del mundo "con la boca", las
primeras palabras que aprende suelen estar asociadas con la satisfacción de las
siguientes necesidades: papilla, mamá, leche,
chupete, caca.
Esto no significa que mientras un niño no
pueda emitir un sonido que tenga una relación de significación afectiva con un
objeto o situación no sea capaz de pensar en dicho objeto o situación. "El
pensamiento tiene una extensión más amplia que el lenguaje verbal y puede
interpretarse funcionalmente como un principio de coordinación de la acción para
la consecución de un fin que se considera posible."1
Existe, pues, un pensamiento subverbal que
precede al lenguaje verbal y que es mucho más rico: para niños y adultos por
igual, la expresión verbal de un pensamiento es siempre un intento de síntesis,
que deja siempre, inevitablemente, un residuo de lo inexpresado.
Algunos
estudios realizados con niños autistas, que se hallaban por tanto aislados del
mundo por no haber desarrollado la función comunicativa, han mostrado una
relación entre la ausencia (física o psicológica) de una figura constante que se
encargara de sus necesidades en los primeros y esenciales meses de vida y la
aparición del autismo. La capacidad de comunicación se desarrolla principalmente
en la relación que podemos llamar materno filial, si bien no es imprescindible
la participación de la madre, ya que su lugar puede ocuparlo otra persona.
2
1 Massucco Costa e Fonzi, pp. 13.
2 Bettelheim 1950, 1967.
Cada vez son más los problemas que se identifican como causa posible del
autismo. Por ejemplo, hay evidencias de que puede tratarse de una influencia
genética, o de que esté causado por un virus. Se ha demostrado también que
existen más posibilidades de que un niño padezca autismo si su madre estuvo
expuesta a la rubéola durante los tres primeros meses de gestación. Véase el
artículo en inglés de Stephen M. Edelson en
http://www.autism.org
A medida que evolucionan los intereses del
niño y ya no se limitan a la introducción/expulsión de alimentos/heces, también
lo hace su capacidad de comunicación y de pensamiento. Las palabras pueden
aprenderse en situaciones de juego o de socialización y, en un caso u otro, los
estímulos procedentes del mundo exterior son fundamentales para suscitar la
situación afectiva relacionada con un sonido determinado, en una primera
correspondencia aproximativa de sonido-sentido y
significante-significado.
En este punto el niño intenta reproducir con su
propio cuerpo, con su órgano de fonación, el sonido del que ha intuido la
relación y, cuando lo logra, comprende que su emisión genera consecuencias
previsibles: sienta las bases de una comunicación verbal eficaz.
En este
tipo de situación, el aprendizaje lingüístico es "espontáneo" y no voluntario ni
surgido de una decisión racional. Estos hechos nos llevan a dos conclusiones
iniciales:
· el aprendizaje del idioma materno (o idiomas maternos) es un proceso
inconsciente desprovisto de control racional;
· todo lo que se aprende está ligado a una relación afectiva o emocional
importante entre el niño y la persona, objeto o acción que designa el uso de la
palabra o locución específica.
En las siguientes fases de crecimiento y
desarrollo del niño, cuando incremente la capacidad de pensar o imaginar
conceptos abstractos, irá adquiriendo dichos conceptos de manera similar,
siempre que el ambiente exterior abunde en estímulos intelectuales y afectivos.
Si el niño carece de dichos estímulos y de figuras que pueda imitar o con las
que pueda establecer una relación, la capacidad lingüística no se desarrollará
en absoluto. Esto se aprecia en un hecho real, acaecido en 1793, que el director
francés François Truffaut llevó a la pantalla en 1969 con el título de El
pequeño salvaje (L'Enfant sauvage)3
.
Lo anterior no significa, como ya se ha dicho, que una
persona privada de la capacidad de expresión verbal tenga también disminuida la
de elaboración mental. "La elaboración de ideas, que el niño no puede expresar
de manera verbal, pero que condensa en evaluaciones y esquemas imaginativos
dinámicos que se encuentran después en las expresiones de los adultos, está
demostrada por cientos de protocolos en los que los adultos evocan experiencias
infantiles sincréticas relacionadas con el bien y el mal " 4.
3 Truffaut 1969.
4 Massucco Costa e Fonzi, pp. 32.
Los recuerdos que guarda un adulto de sus años
de infancia varían de una persona a otra y, en general, disminuyen a medida que
se retrocede en el tiempo. En este punto el adulto ha adquirido una lengua
materna (o dos, más raramente), y la habla y escribe de manera automática.
Recurre de igual manera a otras formas de automatismo, como caminar, comer,
pedalear o conducir un vehículo. El hecho de que el sujeto realice estas
actividades no implica en absoluto que reconozca interiormente el momento o la
situación concreta en que aprendió a hacer tales cosas; por el contrario, en
muchos casos los recuerdos han sido anulados por el tiempo y la acción se
realiza sin saber cuándo, dónde, con quién o cómo se aprendió.
Este
"olvido" tiene que ver con un sistema de funcionamiento mental orientado a un
principio de economía: imaginemos cuán fatigoso sería tener que concentrarse
cada vez que comiéramos y pensar en todos los movimientos necesarios para
masticar y deglutir. Si mientras pedaleamos nos preguntamos qué hacemos
exactamente para mantener el equilibrio e intentamos ser conscientes de cada
acción, la ruptura del automatismo debida a este desenmascaramiento podría tener
efectos perniciosos, provocando la pérdida del equilibrio que se había obtenido
de manera "automática".
De igual modo, al hablar o escribir lo hacemos
automática y espontáneamente, hasta el instante en que una experiencia
específica nos obliga a preguntarnos qué sabemos, cómo lo sabemos y si es
correcto hablar o escribir de una manera determinada.
La influencia entre
el lenguaje verbal y el subverbal no es unívoca, sino recíproca. "El lenguaje
verbal interpreta e integra al lenguaje subverbal ofreciendo al mismo tiempo una
interpretación de la realidad más mediata y articulada y una regulación más
precisa y fuerte del conocimiento y de las acciones volitivas. 5.
Dicho de otro modo, el lenguaje verbal sirve como una estructura lógica dentro
de la cual se organizan los pensamientos, las imágenes y las emociones no
verbales.
Dado que este grado de evolución se adquiere normalmente en los
dos primeros años de vida, y que nuestros recuerdos de esa edad son vagos o
directamente inexistentes, es obvio que un adulto que no se desenvuelva en un
entorno en el cual sea necesario el uso del lenguaje (y por tanto del
pensamiento metalingüístico) es y será totalmente inconsciente de estos
mecanismos.
A medida que los niños crecen abandonan el comportamiento
expresivo subverbal y recurren cada vez más a las palabras. Una demostración de
la inteligibilidad del lenguaje subverbal son las familias en las que un hermano
mayor es capaz de traducir los sonidos, señas y movimientos de su hermano menor:
"En las relaciones de grupo entre niños de una misma familia, es frecuente la
rápida interpretación y traducción a términos verbales inteligibles del
comportamiento subverbal de comunicación de los hermanos menores y de su manera
de verbalizar, que es muchas veces incomprensible, lo cual demuestra la lentitud
y gradualidad de la transición desde un tipo de comunicación a otro [...] la
jerga infantil [...] puede traducirse " 6.
5 Massucco Costa e Fonzi, pp. 36.
6 Massucco Costa e Fonzi, pp. 39.
Esta última frase introduce el discurso de la interpretación y la traducción y adquirirá distintos
significados en las partes sucesivas del curso. Hasta ahora nos hemos ocupado de
las raíces inconscientes del conocimiento de la lengua materna. En las
siguientes lecciones afrontaremos la cuestión de nuestra conciencia de lo
lingüístico y de los idiomas aprendidos.
BIBLIOGRAFÍA
Bettelheim, B. Love Is Not Enough; The Treatment Of Emotionally Disturbed Children. Glencoe, Ill., Free
Press, 1950.
Bettelheim, B. The Empty Fortress; Infantile Autism And
The Birth Of The Self. New York, Free Press, 1967.
Massucco Costa, A. - Fonzi, A. Psicologia del linguaggio, Torino, Boringhieri, 1967.
Truffaut, F. El pequeño salvaje [L'enfant sauvage],
France, 1969.
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EN LA RED (inglés)
Bruno Bettelheim
François Truffaut
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