"Has leído ya una treintena de páginas
y te estás apasionando por la peripecia"1.
"La existencia misma de textos que no sólo pueden interpretarse libremente, sino también generarse con la colaboración del destinatario (el texto 'original' constituye un tipo (type) flexible del que pueden realizarse muchas actualizaciones (tokens) [...]"2
Con estas palabras se inicia The Role of the Reader, de Umberto Eco. Es un punto de partida muy denso, interesante por las muchas afirmaciones que se expresan y por otras que se suponen, que están implícitas. Intentaremos analizarlas de una en una y de ver las implicaciones que tienen para el lector-traductor.
Hasta ahora hemos hablado de la lectura como de un proceso traductivo intersemiótico, en el cual el texto verbal es el prototexto y el texto mental un metatexto. Cuando Eco afirma que el lector puede generar textos -mediante su propia colaboración interpretativa-, es evidente que la noción de "texto" está muy alejada del concepto que lo percibe como un conjunto coherente de signos impresos en papel o emitidos en el aire.
La colaboración interpretativa es parte del texto y éste no está completo si no se tiene en consideración cuándo y cómo se interpreta.
Entre paréntesis, después Eco utiliza implícitamente la metáfora de la traducción al hablar del original y de sus actualizaciones. Para Eco la lectura es un proceso de traducción, que ve el prototexto como un tipo y su interpretación, o las lecturas generadoras de sentido, como actualizaciones de dicho tipo.
Si el significado del texto sólo se completa cuando se lee, está claro que un escritor experimentado intenta prefigurar el modelo del lector. De este modo, imagina cuál podrá ser el modelo de actualización de su texto. En caso contrario, el sentido de su texto se confía al encuentro casual del mismo con un lector empírico.
Definimos como "lector empírico" a un determinado lector que lee un texto, que es una de las muchas actualizaciones concretas de la noción abstracta de "lector". El "lector modelo" es, a diferencia del anterior, el que puede interpretar el texto de manera análoga a la del autor que lo generó.
El autor debe, por lo tanto, prever un modelo del lector posible (de ahí Lector Modelo), al que se supone capaz de afrontar las expresiones de manera interpretativa, del mismo modo que el autor las afronta de manera generativa3.
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Hemos de advertir que esta afirmación no se aplica sólo a los textos literarios, como podría pensarse de modo superficial. El modelo de lector se escoge implícitamente al elegir el idioma en que se codifica un texto, así como su estilo, su registro y su grado de especialización. Por ejemplo, el texto de Eco que hemos citado varias veces prevé un modelo de lector mucho más especializado (por ejemplo, un investigador de semiótica) que este curso de traducción, que se dirige a un público mucho más amplio.
[...] un texto narrativo abarca la mayoría de los problemas que presentan otros tipos de texto. En un texto narrativo podemos hallar ejemplos de textos conversacionales (preguntas, órdenes, descripciones y demás), así como representaciones de todo tipo de actos lingüísticos4.
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Algunos textos se interpretan de acuerdo con las previsiones del autor, mientras que otros se descodifican en contextos culturales totalmente distintos de los previstos. Ciertos autores prevén la descodificación en condiciones diferentes a las postuladas por su propia estrategia de codificación; otros no contemplan dicha eventualidad, por muy frecuente que pueda ser. Eco propone diferenciar a los autores en función de este criterio.
Esos textos que apuntan obsesivamente a suscitar una reacción precisa en lectores empíricos más o menos precisos [...] se exponen en realidad a cualquier descodificación 'aberrante'. Un texto tan desmesuradamente 'abierto' a toda interpretación posible se denominará texto cerrado5.
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Dicho de otro modo, un texto cerrado sólo prevé una forma de descodificación. Para el autor, las no previstas no son 'lícitas'. Basta que el lector haga referencia a convenciones culturales distintas de las rígidamente implícitas para que la descodificación genere resultados completamente distintos de los concebidos por la estrategia del autor. En la frase citada, Eco afirma que los textos cerrados son los más 'abiertos': como es obvio, se trata de un juego de palabras, de una ligera provocación. Cuanto más rígido es un conjunto de normas, más posibilidades hay de que se transgreda. Por analogía, cuanto más estrecha sea una estrategia narrativa, más probable será que se enfrente a una descodificación imprevista, lo cual sitúa a dichos textos en una posición sumamente abierta.
Según el mismo principio, si el autor concibe un modelo de lector lo bastante flexible dentro de la estrategia con la que genera el texto, con el fin de que coincida con un gran número de lectores empíricos, lo que hace en realidad es afirmar que la apertura de un texto es una característica intrínseca y genética del mismo. Por lo tanto, el campo de la descodificación lícita es mucho más amplio y, a la vez, el límite de la descodificación aberrante mucho más estricto. En este caso, el texto está, paradójicamente, mucho más cerrado a descodificaciones no previstas en la estrategia textual flexible.
BIBLIOGRAFÍA
CALVINO I. Si una noche de invierno un viajero, Traducido por Esther Benítez, Madrid, Ediciones Siruela, 1999, ISBN 84-784-453-X.
ECO U. The Role of the Reader. Explorations in the Semiotics of Texts, Bloomington, Indiana University Press, 1995, ISBN 0-253-20318-X.
1 Calvino 1998 p.45.
2 Eco 1995, p. 3.
3 Eco 1995, p. 7.
4 Eco 1995, p. 12.
5 Eco 1995, p. 8.