"¿Cómo hacer para derrotar no a los autores sino la función del
autor, la idea de que detrás de cada libro hay alguien que
garantiza una verdad a ese mundo de fantasmas y de
invenciones por el mero hecho de haberles transferido
su propia verdad, de haberse identificado a sí mismo
con esa construcción de palabras?"
1 .
El aspecto léxico del análisis traductológico no puede dejarse de lado, aunque sea el más evidente y, por lo tanto, más fácil de dar por descontado. La marcadez del texto es un fenómeno específico de la cultura y el traductor debe considerar las características marcadas de la cultura de origen para decidir cómo traducirlas en el metatexto o, si la traducción textual es imposible, cómo administrar el residuo.
La marcadez léxica se manifiesta, por ejemplo, mediante el uso de un léxico descontextualizado: tecnicismos ajenos al campo técnico de referencia, léxico perteneciente a un registro distinto del utilizado en el cotexto del enunciado, figuras retóricas raras o insólitas en el contexto, expresiones pertenecientes a regiones específicas de un léxico estándar, sociolectos, idiolectos, etc. Además, existe la marcadez sintáctica, en la que la construcción de la frase es deliberadamente insólita o peculiar para lograr determinados fines expresivos.
Tomemos el ejemplo de la frase sintácticamente estándar:
El vino tinto es bueno para la prevención de la trombosis.
Veamos la misma frase marcada, con una dislocación sintáctica:
Es tinto el vino que es bueno para la prevención de la trombosis.
En la última frase, la marcadez del enunciado se utiliza para forzar la atención del lector hacia el color tinto del vino, mientras que en la primera frase estándar este detalle queda mayormente en un segundo plano. Es esencial que el traductor capte estos aspectos; su conocimiento de las construcciones estándares de la lengua o cultura de origen debe ser muy profundo.
La colocación léxica también puede ser estándar o marcada y la identificación de este aspecto exige una gran sensibilidad, pues hasta los diccionarios, forzados por razones de espacio, son muy parcos en palabras y es necesaria una gran suerte para hallar la colocación exacta mediante algún ejemplo. Incluso cuando se encuentra un ejemplo en el diccionario, no se puede tener una certeza absoluta de la espontaneidad del enunciado (podría estar producido por el autor del diccionario en función del ejemplo) ni de la frecuencia en el uso de dicha colocación. Veamos un ejemplo de este caso.
Llevaba una capa espaciosa.
Al enfrentarse con esta frase, una persona de habla hispana observará la colocación peculiar del adjetivo "espaciosa". Sin embargo, con frecuencia el traductor la trasladará a su propio idioma, por lo que estará leyendo el prototexto en una lengua extranjera. No siempre se cuenta con la sensibilidad o la competencia lingüística necesaria para decidir sin dudas que una colocación determinada es marcada.
Una colocación peculiar como "capa espaciosa" pone en cuestión su autoridad, o la legitimidad del texto. Si se excluye la incompetencia lingüística del autor, es conveniente suponer que la colocación insólita es voluntaria. Aquí no caben las consideraciones normativas, porque salvo raras excepciones, no se espera del traductor una tarea correctora (para la que ni siquiera se le exige capacidad, puesto que es función del redactor). La actitud normal del traductor tiende a ser descriptiva y cualquier incursión en el campo de la corrección se atribuirá más a una actividad inconsciente que a una apropiación deliberada de las competencias ajenas.
Lo que un traductor entiende respecto a una colocación como "capa espaciosa" es que el autor quiso expresar una noción distinta de la que formularía con "capa amplia". Depende, por lo tanto, del traductor cómo presentar dicha marcadez, si por una colocación igualmente improbable o mediante otro dispositivo expresivo.
Frente a tales dudas, el traductor debe evaluar si sus sospechas son fundadas, para decidir cómo actuar para que el lector del metatexto entienda que se trata de una peculiaridad de la asociación sintáctica. En la mayoría de los casos, cuando el traductor no está seguro de la marcadez del enunciado, la traducción termina teniendo un impacto normalizador mediante la supresión de sus características marcadas; sin embargo, esta solución no hace justicia al prototexto ni al lector de la traducción. En la cuarta parte de este curso se señalan los instrumentos necesarios para la localización y el manejo de estos detalles expresivos.
Dado que la marcadez léxica, al igual que la marcadez sintáctica, son específicas de la cultura, las opciones que pueden tomarse para la traducción de dichos elementos no son elementales; tal como sostiene Nord, una metáfora no se traduce necesariamente a otra metáfora ni un símil a otro. Ese principio tendría validez si todos los idiomas y todas las culturas fuesen isomórficos, pero sabemos que no es así.
Otro elemento que puede estar marcado es la longitud y el tipo (afirmación, interrogación, exclamación, elipsis) de la frase. Esta característica también corresponde a la cultura; por ejemplo, es bien sabido que en el inglés contemporáneo existe una tendencia general a utilizar frases cortas, mientras que en otros idiomas, como el francés, el italiano, etc. se prefieren estructuras más complejas y, a veces, menos descifrables.
Así pues, dentro de la cultura correspondiente el traductor evalúa la frase según el eje peculiaridad-normalidad de la frase y, en caso de que exista la peculiaridad, comprueba si es regional, social, técnica, individual (del autor o del personaje), etc.
Estas son consideraciones que dependen de la estrategia traductiva adoptada y del texto sometido a examen, pero la traducción interlingüística no implica necesariamente una adaptación del tipo o la longitud de la frase. Dicha adaptación suele sostenerse como axioma en los cursos de traducción, pero es un criterio que debe observarse con cautela y aplicarse sólo cuando la traducción tenga una finalidad fuertemente informativa y escasamente expresiva.
Respecto a las características suprasegmentales (véanse las unidades 17 y 28 de esta segunda parte), es importante ver cuál es el impacto en los textos escritos de esta característica especialmente evidente en los textos orales. Es posible hallar ejemplos en el uso de onomatopeyas, en la peculiaridad gráfica de las palabras (como el uso de letras dobles, compuestas por vocales y consonantes, para indicar una pronunciación especial) o el uso de los signos de puntuación. La puntuación también tiene normas específicas de la cultura, pero su transgresión es más o menos tolerada incluso en culturas con una rígida sumisión a las reglas.
Nord muestra el ejemplo de las características suprasegmentales escritas mediante la comparación de dos frases:
John, Peter, Mary, Paul were there.
y
John and Peter and Mary and Paul were there2.
La opción sencilla que prefiere una enumeración asindética (en este caso, con comas) otorga a la frase un ritmo más veloz que la construcción polisindética (en este caso con las conjunciones "y"), en la que el lector se detiene más tiempo, también en la lectura mental, en los elementos aislados. Entre otras cosas, nótese que probablemente los dos ejemplos son marcados en la mayoría de las culturas, puesto que la forma normal suele ser promiscua, como la que sigue:
John, Peter, Mary and Paul were there.
BIBLIOGRAFÍA
CALVINO I. Si una noche de invierno un viajero, Traducido por Esther Benítez, Madrid, Ediciones Siruela, 1999, ISBN 84-784-453-X.
NORD C. Text Analysis in Translation. Theory, Methodology, and Didactic Application of a Model for Translation-Oriented Text Analysis, traducción del alemán de C. Nord y P. Sparrow, Amsterdam, Rodopi, 1991, ISBN 90-5183-311-3
1 Calvino 1979, p. 170.
2 Nord 191, p. 125.
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