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15 - Fidelidad (segunda parte)

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«Soy lo más parecido que queda a ella, soy lo más parecido que queda a ella»1.

"I'm what's left that's most like her. I'm what's left that's most like her."
2.

En 1816, en pleno periodo romántico, Wilhelm von Humboldt, filósofo de la lengua y lingüista, tradujo a Sófocles y a Esquilo. En su prefacio a la traducción de Agamenón, afortunadamente para nosotros, explicó no sólo la estrategia traductiva adoptada para el texto presentado, sino una definición más general sobre la traducción. Examinaremos algunas de sus ideas sobre el concepto de la "fidelidad" en la traducción.
  El primer aspecto tiene que ver con los detalles del estilo y la expresión. Es bien sabido que una de las características más destacadas de la traducción es la de hacer explícitas las particularidades implícitas, racionalizar las intuiciones que se dejan a criterio del lector. Al parecer, el traductor suele sentir que es guardián no sólo de la interpretación lingüística, sino también de la interpretación mental del texto, y por lo tanto decide, a veces sin darse cuenta de que no se le ha pedido tal cosa, aclarar las zonas grises del texto.
  Esta tendencia tiene también consecuencias de estilo y expresión. Existen peculiaridades expresivas propias del autor, aunque más ampliamente típicas de la cultura, y el traductor, en función de una opción racional o por la dificultad técnica, puede decidir intentar la reproducción de las peculiaridades o limarlas para transformarlas en expresiones más genéricas. Humboldt sostiene que un traductor movido por las mejores intenciones de fidelidad no siempre puede ser realmente fiel, pues en ciertos casos su interpretación idiomórfica de los detalles del autor puede ser menos fiel al original que una generalización trivial:

Se puede incluso afirmar que cuanto más tiende una traducción a la fidelidad, más se desvía en última instancia del original, pues al intentar imitar los matices más delicados y evitar las simples generalizaciones puede, de hecho, crear nuevos y distintos matices3.

 

Es muy interesante que aquí el concepto de "fidelidad" que se critica es el de la "imitación". A primera vista, ¿quién se atrevería a sostener que un imitador no es fiel? Sin embargo, el imitador, en su ciega persecución de la copia, en su presunción de que es ineluctablemente capaz de alcanzar la fidelidad, lo que hace es destacar el borde del cuadro. No advierte que, de ese modo, la fe ciega en su posibilidad de imitación genera una 'traición'.
  Humboldt, de todos modos, no se opone a las traducciones fieles. Por el contrario, se muestra a favor. Con la salvedad de que la fidelidad debe dirigirse al "carácter verdadero" del prototexto, a una especie de dominante ante litteram. Y para Humboldt el dominante es lo extraño, lo ajeno. Lo que interesa de la traducción de un texto foráneo a la cultura propia es su identidad diferente, y Humboldt nos anima a considerar de manera especial esa diversidad como un elemento que sólo puede enriquecer la cultura propia o nacional:

Sin embargo, si el fin de una traducción es ofrecer el lenguaje y el espíritu de una nación que no se posee o se posee de forma distinta, el primer requisito será siempre la fidelidad. Dicha fidelidad debe dirigirse al carácter auténtico del original y no apoyarse en factores secundarios, del mismo modo que, en general, toda buena traducción debe surgir de un sencillo y modesto amor por el original y del estudio derivado de ese amor, al que siempre regresa la traducción.

 

Humboldt, incluso dos siglos después, puede parecer un extremista de la adecuación al prototexto, en contraste con la aceptabilidad por el lector de la cultura receptora. Tal vez el aspecto menos científico de su teoría, el más difícil de describir, es su propio intento de delimitar dicha propensión, de establecer, tal como podríamos decir nosotros, que hasta la fidelidad tiene un límite:

El corolario necesario de esta teoría es que la traducción debe tener un regusto foráneo, aunque sólo hasta cierto punto; es fácil trazar la línea a partir de la cual esto se convierte en un error. Si uno no detecta extranjeridad (Fremdheit), pero percibe lo extranjero (Fremde), la traducción habrá alcanzado su meta más elevada; pero si la extranjeridad aparece como tal, y muy probablemente oscurece lo extranjero, el traductor traiciona su inadecuación.

 

Según nuestro punto de vista, dado que en el momento buscamos indicios para el enfoque científico del problema de la fidelidad en la traducción, hay un pasaje en la teoría de Humboldt que es más un tropiezo que una idea de solución:

No es muy probable que el instinto del lector desprejuiciado deje de percibir esta línea sutil de distinción.

 

Como criterio científico, el instinto del lector es insuficiente. Pero he aquí que Humboldt continúa su prédica contraria a la aceptabilidad y la anulación de la identidad del otro. Estas consideraciones sobre la dinámica de lo propio/lo ajeno precedieron en más de un siglo y medio, aunque de manera embrionaria y poco reconocible, las teorías de Bakhtìn y Lotman. Aunque no citaran explícitamente la traducción sino, en términos más generales, las relaciones entre las culturas.

Si el traductor, a causa de una gran aversión a lo insólito, va aún más lejos y se esfuerza por evitar todo lo extranjero (se oye decir con frecuencia que el traductor debe escribir tal como el autor del original lo hubiera hecho en el idioma del traductor), se destruye toda traducción y las ventajas que podría aportar a un idioma y a una nación. (Este tipo de razonamiento no tiene en cuenta que, al margen de los debates científicos y los hechos reales, ningún escritor escribiría lo mismo y de igual manera en otro idioma.)

 

Como ejemplo de la "infidelidad" y la impermeabilidad ante el elemento ajeno, Humboldt utiliza el tipo de traducción que fue popular en Francia y que mencionamos en la unidad anterior, las belles infidèles:

¿De qué otro modo puede haber sucedido que los franceses como nación no asimilaran nada del espíritu de los antiguos? Si bien todos los grandes griegos y latinos se han traducido al francés, y algunos incluso se tradujeron muy bien al estilo francés, nada del espíritu de la antigüedad, ni siquiera la comprensión de ese espíritu, ha penetrado en la nación francesa.

 

La gran ventaja, cuando es un traductor el que habla de la traducción, es que también conoce los aspectos prácticos de lo que dice y que somete su propio trabajo a debate. Aquí Humboldt intenta explicar con términos concretos cómo trató de aplicar su concepto de fidelidad a su traducción del griego:

En mi trabajo he intentado aproximarme a la sencillez y la fidelidad que se acaba de describir. Con cada nueva revisión me he esforzado por ir eliminando lo que no se afirmaba explícitamente en el texto. La incapacidad para conseguir la peculiar belleza del original induce fácilmente a embellecerlo con ornamentos foráneos, lo cual, por regla general, genera un coloreado falso y un tono distinto. Me he esforzado por mantenerme en guardia contra la no germanicidad y la oscuridad, pero en cuanto a lo segundo uno no debe plantear exigencias injustas que puedan impedir la consecución de otros y más elevados resultados. Una traducción no puede ni debe ser un comentario, no debe contener ambigüedades provocadas por la comprensión insuficiente del idioma ni por formulaciones abstrusas; sin embargo, donde el original sólo alude sin expresar claramente, donde se permite metáforas cuya correlación es difícil de captar, donde omite pasajes intermedios, el traductor comete una injusticia si introduce arbitrariamente una claridad que deforma el carácter del texto.

 

Dos siglos después, estas palabras mantienen una gran actualidad ante los muchos traductores aún convencidos de que "fidelidad" significa la eliminación sistemática de la ambigüedad.
  Una de las opiniones más recientes respecto a la fidelidad procede de George Steiner, que no refuta el concepto, pero lo "traduce" a otros términos. "La fidelidad no reside en la literalidad ni en artificio técnico alguno para reproducir el 'espíritu'. La formulación entera, como hemos visto vez tras vez en los debates acerca de la traducción, es desesperanzadoramente vaga"
4.
  El único modo en que un traductor puede ser fiel, según Steiner, es que sea justo en el proceso hermenéutico. En mi opinión, la fidelidad es un concepto tan ambiguo como el "espíritu" de los teóricos románticos como Humboldt. Veamos cómo la idea de Steiner profundiza en este sentido:

El traductor, el exegeta o el lector es fiel a su propio texto, se hace responsable de su propia respuesta, sólo cuando se esfuerza por recuperar el equilibrio de fuerzas y la presencia integral que su asimilación ha trastornado. La fidelidad es ética pero también, en su sentido pleno, económica. En virtud del tacto, y el tacto intensificado es una visión moral, el traductor-intérprete crea una situación de intercambio significativo5.

 

Steiner señala un sendero duro, lleno de obstáculos. Valéry afirma que la fidelidad limitada al significado es una forma de traición. Tal vez la fidelidad sea una utopía.

  

BIBLIOGRAFÍA

HUMBOLDT W. von Einleitung zur Agamemnon -Übersetzung, 1816.

MARÍAS J. Negra espalda del tiempo, Punto de lectura, 2000 (edición original de 1998), ISBN 84-663-0007-7.

MARÍAS J. Dark Back of Time, New York, New Directions, 2001 (traducción de Esther Allen), ISBN 0-8112-1466-4.

STEINER G. After Babel. Aspects of Language and Translation, tercera edición, Oxford-New York, Oxford University Press, 1998 (1975), ISBN 0-19-288093-4.


1 Marías 2000, p. 220.
2 Marías 2001, p. 177.
3 Humboldt 1816.
4 Steiner 1998, p. 318.
5 Steiner 1998, p. 318.





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