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17 - Literalidad (segunda parte)

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«[...] una reacción lectora demasiado elemental para tratarse de licenciados, en su mayoría filólogos de diversas lenguas»1.

"[...] far too elementary a reaction from readers who were college graduates, most of them students of literature in various languages"
2.

Zhang Longxi establece una comparación entre la polémica interpretativa que tuvo a los exégetas helenistas y hebreos como protagonistas y la que, en otro ámbito, afectó a la exégesis china y jesuítica respecto a los textos chinos antiguos. Según Matteo Ricci, un jesuita enviado en el siglo XVI a China para explorar la situación cultural y difundir el cristianismo, el confucianismo había alcanzado el estado perfecto de religión natural y la cultura china estaba preparada para acoger la luz de la religión revelada, el cristianismo. Era necesario enseñar a los chinos a no interpretar sus libros antiguos de modo literal: así serían capaces de ver los indicios de una enseñanza superior.
  El análisis del idioma chino llevado a cabo por los misioneros jesuitas llevó a la falsa conclusión de que carecía de categorías gramaticales y, por lo tanto, de que su cultura no poseía la noción de "existencia"; dicho de manera más general, el idioma chino era incapaz de expresar conceptos abstractos y, por lo tanto, se interpretaban los conceptos como cosas concretas. La suposición de que los chinos no podían distinguir lo espiritual de lo material, lo abstracto de lo concreto y lo ficticio de los literal, hizo que se interpretara la realidad china como una confirmación de dicha hipótesis, sin tener seriamente en cuenta los elementos que podrían conducir a su falsificación.
  En la contraposición entre la literalidad y lo figurativo, algunos estudiosos occidentales argumentaron que no existía reciprocidad: las culturas capaces de asignar un significado figurativo a las palabras también podrían captar el significado literal; por el contrario, las culturas que sólo pueden atribuir un significado puramente literal a las palabras serían incapaces de captar el sentido figurativo. De ahí surgiría la imposibilidad de establecer una relación de "igual a igual" entre la cultura china y la occidental
3.

No obstante, la letra y el espíritu, la literalidad y el alegorismo, el hebraísmo y el helenismo, o la inmanencia china y la trascendencia occidental [...] son elaboraciones culturales más que representaciones de la realidad de las distintas tradiciones4.

 

Este enfoque, que prevé la proyección de la visión de la cultura propia a las demás, es más colonizador que traductivo, y se opone radicalmente al concepto de la traducción que expresa Berman:

La propia finalidad de la traducción: abrir, mediante la palabra escrita, un cierto entendimiento con el Otro, fecundar lo Propio a través de la mediación del Foráneo, choca frontalmente con la estructura etnocéntrica de cada cultura, o con esa especie de narcisismo por el cual cada sociedad desearía ser un Todo puro e inmaculado5.

 

Por lo que se ha visto, está claro que el enfoque literal, entendiendo "literal" como opuesto a "alegórico", puede ser útil para defender las peculiaridades de una cultura. Pero también en tal caso necesitamos establecer si "literalidad" se refiere a una palabra o al texto en su conjunto; o si se refiere a la unidad de texto como una entidad de un sistema cultural más amplio, si por "literalidad" entendemos una interpretación del texto que prescinde de su contexto y su cotexto, como sucede, por ejemplo, en el midrash hebreo.
  Es muy interesante lo que afirma Munday acerca de la connotación negativa de la palabra "literal". Entre los criterios para la evaluación de candidatos en un examen de traducción en el Reino Unido,

tal vez el punto más interesante sea el uso del término «traducción literal». «Literal» se emplea cuatro veces, y siempre de manera crítica, a propósito, por ejemplo, de las traducciones literales y de los falsos amigos. Sin embargo, resulta llamativo que se utilice «literal» como un término relativo. Por ejemplo, «un estilo de traducción demasiado literal» ha producido expresiones como «transmitting the budget to the Chamber» (en lugar de «delivering the budget»), y una «traducción absolutamente literal» de déjeuner-débat «ha producido un inglés muy poco natural»; presumiblemente, la traducción «absolutamente literal» era algo como «lunch-debate» en lugar de «lunchtime talk»6.

 

En este caso, tal vez se entienda por "literal" una traducción léxica, que se vuelve censurable (según los autores de los criterios) sólo cuando dicho método se lleva hasta las últimas consecuencias. En otras palabras, cuando el recurso a una supuesta coincidencia léxica de palabra por palabra infringe la "naturalidad" del idioma de la traducción, es decir, cuando la colocación de las palabras, a pesar de que produzca un texto totalmente comprensible, tenga una baja frecuencia de uso en la cultura receptora.
  El resultado de una colocación anómala de dos o más palabras que no da lugar a malentendidos genera, sencillamente, la ralentización de la percepción del texto traducido y un efecto de distanciamiento en el lector. Es bastante fácil entender que un "almuerzo debate" es una comida en la que se discute algo, pero esta formulación, respecto a la más frecuente "almuerzo de trabajo", obliga al lector a pensar en la recepción de dicha combinación de palabras y no a asimilar pasivamente una frase hecha.
  Quienes consideran que esta manera de traducir es "errónea", prefiere implícitamente una asimilación rápida y fácil del texto, sin demasiadas reflexiones interpretativas. Según este criterio, la literalidad es enemiga de la comunicación pragmática, rápida y funcional, pero favorece una asimilación del texto lenta y profunda.
  Concluyamos esta breve reflexión sobre el concepto de la literalidad recurriendo a otra noción discutible y muy difundida en la traductología, la "equivalencia", que trataremos en las siguientes unidades. Nida, el conocido traductor y teórico de la traducción, en su concepción de la equivalencia dinámica no utiliza el término "literal" para referirse a un método traductivo, sino a una fase de la traducción.
  Murray resume así su teoría: Nida considera que la traducción se produce en fases que no tienen que ver con la mente del traductor, sino con el grado de complejidad del texto. Su criterio no se centra en los pasajes interpretativos conscientes e inconscientes de la mente del intérprete, sino en los textos intermedios que se producen antes que el borrador definitivo del texto.
  El primer "texto intermedio" que se genera sería la misma transferencia literal en la que se reproduce la frase original palabra por palabra, sin molestarse en dar al conjunto de palabras coherencia, cohesión o el aspecto de un texto. A continuación aparece el ejemplo creado por Munday, a partir del Evangelio de San Juan, 1,6:

egeneto anthropos, apestalmenos para theou, onoma auto Ioannes

 

  La versión literal en inglés sería

became/happened man, sent from God, name to-him John

 

en tanto que la versión completa es la siguiente:

There came a man, sent from God, whose name was John.

 

  Nida también llama a la primera versión "equivalencia formal", y a la segunda "equivalencia dinámica"7.

  

BIBLIOGRAFÍA

BERMAN A. L'épreuve de l'étranger: culture et traduction dans l'Allemagne romantique, París, Gallimard, 1984.

LONGXI Z. Cultural differences and Cultural Constructs: Reflections on Jewish and Chinese Literalism, in Poetics Today, 19:2, Tel Aviv, the Porter Institute for Poetics and Semiotics, Summer 1998, p. 305-328.

MARÍAS J. Negra espalda del tiempo, Punto de lectura, 2000 (edición original de 1998), ISBN 84-663-0007-7.

MARÍAS J. Dark Back of Time, New York, New Directions, 2001 (traducción de Esther Allen), ISBN 0-8112-1466-4.

MUNDAY J. Introducing Translation Studies. Theories and Applications, London New York, Routledge, 2001, ISBN 0-415-22927-8.


1 Marías 2000, p. 34.
2 Marías 2001, p. 29.
3 Longxi, p. 323.
4 Longxi, p. 323.
5 Longxi, p. 323.
6 Munday 2001, p. 30-31.
7 Munday 2001, p. 40-42.





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