Existen dos posibilidades de acercarse a los significados posibles de una palabra, que corresponden a dos enfoques de la propia noción de "lengua".
En el primer caso, se considera que la lengua se aproxima mucho a un lenguaje artificial, para el que se reúnen comisiones con el fin de establecer los términos que se admitirán y los que se abolirán, qué significados (denotativos) se atribuirán a los términos y cómo distinguir los significados en función de las diferencias objetivas externas.
Según ese punto de vista, un tanto ingenuo y más adecuado al contexto escolar, los manuales de gramática y sintaxis contienen reglas a las que es necesario atenerse al hablar y al escribir. De manera análoga, los diccionarios contienen significados de las palabras: si en el diccionario aparece un significado determinado, la palabra a que se refiere podrá utilizarse con dicho sentido; si por el contrario, tal significado no aparece, deberemos utilizar otra palabra.
¿Por qué consideramos que ese concepto es "ingenuo"? Porque, como quedó dicho en la unidad
de la cuarta parte de este curso, el lenguaje natural no surge de comisiones técnicas o lingüísticas, sino de la interacción espontánea de los hablantes.
El uso lingüístico es el dato empírico fundamental de la ciencia del lenguaje, que busca constantes o regularidad de uso, más que reglas a las que someterse. Lo interesante no es normalizar y prescribir, es decir, explicar a alguien que no puede decir lo que dice porque está "mal", sino atribuir el uso lingüístico a ámbitos sociales, locales o sectoriales, y describir tales usos. La pericia lingüística no se obtiene con el conocimiento de las reglas, sino de las constantes y del uso de los distintos registros, idiolectos, sociolectos, etc., con un profundo conocimiento de causa.
Una de las consecuencias que tiene para la traducción esa consideración de la variedad lingüística, es que la traducción significa el intento de reproducir variedad lingüística a partir de variedad lingüística, y no homologar ni simplificar.
En cuanto al hallazgo de los significados posibles de una palabra, la inversión de la perspectiva es evidente: no es tan interesante consultar recopilaciones de significados de palabras ya decididos por los expertos lingüistas, como constatar, mediante el registro del uso cotidiano de los hablantes, determinados significados efectivamente presentes en la lengua viva.
La dificultad práctica de este enfoque es encontrar el "lugar" adecuado para investigar tales usos lingüísticos, localizar una fuente a la que pueda acudir el lingüista o el traductor y que, al igual que un diccionario, ofrezca respuestas inmediatas y esté siempre disponible. Esa es la raíz del problema.
Para ello necesitaríamos recopilaciones de enunciados registrados en su uso real (no creados por expertos), posiblemente de manera heterogénea: en textos escritos, en textos hablados, en textos provenientes de distintas clases sociales y de diferentes contextos económicos y sectoriales, en textos de la radio (que, obviamente, son orales, pero que también tienen características particulares, al semejarse en ciertos casos a los registros escritos), en textos de la televisión y también procedentes de épocas distintas.
Dichas recopilaciones existen y se denominan "corpus", que en latín significa "cuerpo", aunque en un contexto contemporáneo y referido a la lingüística y la traducción tiene diversos significados:
"Conjunto lo más extenso y ordenado posible de datos o textos científicos, literarios, etc., que pueden servir de base a una investigación".
"Muestra representativa de una lengua, hablada o escrita, que se analiza para la descripción de una lengua o dialecto".
El corpus que nos interesa ahora es el de formato electrónico, dado que su consulta es más rápida y flexible. En tal caso, la definición podría ser:
"Recopilación de textos en formato electrónico que se puede consultar y analizar de muchas maneras".
La búsqueda del significado de una palabra mediante un corpus, frente a la consulta de un diccionario, es tan diferente como aprender un idioma a través del contacto directo con los hablantes o hacerlo mediante un curso o manual.
El primer caso recuerda al niño que se enfrenta a adultos que interactúan a través de un lenguaje natural (el home language de Quine) y que debe reconstruir, mediante un proceso inverso (abducción), a partir del resultado, los valores de las palabras intercambiadas. Sin duda el niño dedica mucho más tiempo a aprender el lenguaje del hogar que si pudiera utilizar un diccionario, pero al final obtiene una idea de primera mano de lo que aprende, cada frase está ligada a una experiencia afectiva, tanto que después el enfrentamiento con la native language resulta impactante. Vacila un mundo de certezas, que en parte queda confirmado y en parte desmentido tras la traducción radical que logra hacer el niño.
Naturalmente, para el niño la única lengua que existe es la del hogar, y cuando después descubra que hay otras variantes, seguirá considerándola la lengua "correcta". Esa consideración no tiene raíces morales, es simplemente psicológica. Es la única "correcta" porque es la que utilizan sus modelos (sus padres). Todas las formas de hablar distintas serán imperfectas porque, al proyectar sus sentimientos al resto de los hablantes, el niño deducirá que los demás han intentado hablar como sus padres, como sus modelos, sin conseguirlo.
La búsqueda del significado de una palabra en un corpus es también una operación más lenta que la consulta de un diccionario. Además, y por encima de todo, en un corpus no se encuentra definición alguna: "sólo" se halla el enunciado completo que contiene la palabra investigada. Por eso es necesario comportarse en cierto modo como el niño que se enfrenta a las frases de sus progenitores: activando las antenas e intentado descodificar el significado de lo que sucede. Eso sí, con una gran diferencia; el traductor suele conocer casi todas las demás palabras de la frase, por lo que el significado de la que investiga resalta de manera mucho más evidente.
Para investigar una palabra en un corpus es necesario consultar quizá diez o veinte frases, en lugar de una sola definición de diccionario, pero al final el resultado que se obtiene es mucho más preciso porque surge de la propia interpretación, de una interpretación directa basada en el contexto. Quienes han seguido el curso en orden recordarán que la importancia del significado contextual ya fue destacado en la época de Ogden y Richards (1923), según se indica en la unidad